La vida es el mayor don del ser humano, desde el vientre materno la criatura da señales. Nadie es más dueño de su vida que uno mismo, pero debemos cuidarla porque otros, o uno mismo, podemos darle fin; viene un borracho manejando y acaba con ella (lo llamamos delito culposo, cuando el autor se puso en condiciones de causar la muerte, distinto del que por una falla de atención o del vehículo causa la muerte). Antes quien quería morir se pegaba un tiro, ingería un veneno o se lanzaba del último piso de un edificio, los llamábamos locos o perturbados. Ahora, con la nueva sentencia de la Corte Constitucional que concedió a una enferma con intensos dolores, “el derecho a una muerte digna” no obstante, no estar en estado terminal, se abre la oportunidad para que se predique que “es legal” (sin ley) acudir al médico para que le cause la muerte.
Miren la triple paradoja: 1. Que se diga que el procedimiento es legal, sin ley que lo apruebe, porque la Corte Constitucional decidió un caso o un ministro progresista reglamente la sentencia, como ocurrió con un primer caso de eutanasia para enfermos terminales. 2. Que los médicos preparados para sanar enfermos y salvar vidas deban anticipar la muerte de un paciente y, 3. Que se le llame muerte digna que, para mí, lo son todas las muertes naturales, las de los pacientes de covid recibiendo las atenciones y cuidados de médicos y enfermeras con cuidados paliativos al final para aliviar el sufrimiento.
Algún día habrán de estudiarse o definirse las competencias de la Corte Constitucional cuando, decidiendo un caso particular no se limita a resolverlo, sino que, ordena se reglamente, esto es, da por hecho que su decisión no se limita al caso concreto sino a todos los que se le asemejen. Lo curioso es que, al tiempo pide al Congreso que legisle sobre el asunto y cuando el legislativo dicta una ley para evitarles el dolor a los enfermos terminales (Ley 1713/2015, llamada Consuelo Devis), la Corte sigue pidiendo se apruebe una ley que permita la eutanasia, esto es que en lugar de una instrucción para que el enfermo terminal no sufra, se le anticipe la muerte.
En reciente sentencia fue a más, porque autorizó la muerte para quien no estaba en estado terminal. Los colombianos pudimos ver por televisión, el rostro amable y sonriente de la paciente que pidió la muerte anticipada, no es un suicidio asistido, se trata de ordenarle a los médicos que la maten anticipadamente cuando ellos se prepararon para prolongar la vida y el bienestar de los pacientes, hasta el momento terminal en donde podrán asistirla con cuidados paliativos.
Como ocurrió en 2015, cuando el Dr. Alejandro Gaviria, en ese entonces ministro de Salud y ahora candidato a la Presidencia, reglamentó la eutanasia para enfermos terminales, la Corte Constitucional le ordena al ministro de Salud reglamente el nuevo caso para enfermos no terminales sin ley que lo ordene, si así lo hace viola la Constitución y cualquiera puede abstenerse por ilegal. Los magistrados saben de la falta de legislación, puesto que piden se legisle en los términos señalados por ellos; petición que tampoco cabe, porque el Congreso es soberano. A mi juicio, los médicos pueden abstenerse por falta de ordenamiento legal.
Tengo claro que la muerte puede llegar cualquier día sin avisar o después de una enfermedad o accidente, lo tomo como la muestra más clara de la condición de fragilidad o vulnerabilidad del ser humano sin distingos de edad, por eso mismo, no se puede vivir esperándola. Modifico unos versos sobre el dolor, para decir: Tengo una cita, no sé dónde, nacida de no sé qué, llegará yo no sé cuándo y la trae no sé quién. He cumplido 80 y contando; hay que ir despacio. Tomo como propio el reto del doctor Yanguas, gerontólogo español. “La vejez cada vez ocupa una parte mayor de nuestras vidas – antes entre 7 y 10 años, ahora hasta 25 en buenas condiciones: Sí, es una vergüenza que los últimos años de nuestra existencia parezcan tiempo de descuento”. La medicina, el cuidado, la alimentación, un buen trabajo o una buena jubilación y mantener un plan de vida y estar ocupado conducen a una vejez larga y tranquila. Viviendo así, tendremos una muerte digna.
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