1. Elecciones. Me muero por hablar de cándidos y candidatos, pero son tantos, que mejor espero a que se aclare. Basta mirar al grupo auto definido de “centro” que cada día se amplía, porque caben todos, menos los que a su vez ellos señalan como extremos. Antes los electores eran liberales, conservadores, comunistas y fascistas. Para estas elecciones unos “progresistas”, yo diría que liberales vergonzantes (No creo que Humberto de La Calle, Juan Fernando Cristo y otros exdirigentes de ese partido descubrieron de golpe que no eran de izquierda), se inventaron el “centro-centro” en donde no caben los liberales, los conservadores y mucho menos los extremos. Un escenario estupendo e ideal. A la extrema izquierda: Petro y su gente, a la extrema derecha: Uribe y los suyos, y todo en centro “pa´nosotros”, solo que, esa es designación electoral que bien pueden tomarla todos como bandera, empezando por los partidos tradicionales que siguen siendo de centro izquierda o centro derecha. La idea resultó tan buena que ahora todos los candidatos la toman como propia o, lo que es peor, terminará no significando nada, como diría Serpa “ni chicha, ni limoná”.
2. Delito culposo. ¿Hasta cuándo la muerte de un ciudadano, o varios, causada por un conductor borracho “hasta las tuercas” (para no usar otra expresión) seguirá considerándose como culposo? El individuo en cuestión opta por irse en su carro a ingerir licor, luego, pasado de tragos toma una calzada en contravía y arrolla y mata un grupo de trabajadores que esperan el autobús. ¿En realidad alguien cree que no hay intención en ese “no me importa”, en esa irresponsabilidad de manejar en esas condiciones, violando las normas y despreciando el daño que puede causar? La culpa surge de un hecho inesperado, sin intención es cierto, pero, además, sin que pueda anticiparse. El ciudadano que va para su trabajo descansado y bien despierto, en plena capacidad para conducir que, por la acción de otro que va en contravía se desvía y le causa la muerte a un caminante, ni tiene intención ni puede anticipar el daño, solo busca evitarlo. No podemos seguir manteniendo una interpretación que protege a los delincuentes.
3. Reforma a la justicia. Un claro no a la obligación impuesta al juez de aplicar el precedente. El artículo 230 de la Constitución es, como decíamos antes, de una claridad que deslumbra: “Los jueces, en sus providencias, solo estarán sometidos al imperio de la ley” y, para mayor claridad en el segundo inciso agrega: “La equidad, la jurisprudencia, los principios generales del derecho y la doctrina son criterios auxiliares de la actividad judicial.” (subrayas mías)
El juez de instancia tiene la obligación de considerar el precedente y, si resuelve no atenderlo, señalar las razones por las que no lo aplica.
4. El lenguaje. Su claridad es muy importante para juzgar y desde luego para dar una noticia. Cuando, para justificar la tarjeta roja de James Rodríguez se dice que “James tenía el deseo de agredir”, lo que se logra es la demostración de que la sanción fue injusta, porque el deseo no es un hecho, es una aspiración. Incurre también en error el diario “El Tiempo” cuando titula las declaraciones dadas por el presidente de la Corte Suprema de Justicia, como del “jefe”. No, los presidentes de los órganos de justicia: Corte Suprema y Constitucional, Consejo de Estado y Superior de la Judicatura o Tribunales Superiores no son Jefes. En el propio órgano son “Primus inter pares”, primero entre iguales y, si se mira con respecto a los jueces o tribunales, son superiores jerárquicos más no jefes, pues unos y otros son independientes en las funciones que les competen. Qué tal la Corte Constitucional señalando que la indagatoria es imputación, cuándo esta es “Atribuir a alguien la responsabilidad de un hecho reprobable” y la indagatoria: “Declaración que se le toma al presunto inculpado sin que esté bajo juramento”. La propia C. C. en anterior providencia la señala como: “El acto que se realiza ante Juez competente, en el cual le comunica al indagado las razones por las cuales ha sido citado a declarar”. Nada de imputación. Quisiera creer que la visita de Santos y Gaviria a los magistrados fue solo social y, la decisión en contra de Álvaro Uribe una casualidad. Quisiera indagar, pero ahora por indagar debemos entender acusar, y no tengo pruebas.
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