El coronavirus nos impone una disciplina. Cuando seguimos las instrucciones, ciertamente nos protegemos pero al tiempo protegemos a los demás. No es tiempo para la crítica extrema, ni para la política o el protagonismo. Los programas, órdenes y decisiones siempre son perfectibles, ayudemos con disciplina cumpliendo las medidas recomendadas en lugar de citar estadísticas; recordemos más bien el dicho según el cual: “Hay mentiras, grandes mentiras y estadísticas…. Si una persona tiene dos carros y otra no tiene, la estadística dirá que cada uno tiene un carro”. Pasamos, sin distinguir de la simplicidad a lo más grave. Primero fue China, pero ese país está muy lejos, después que mata más la gripa común (estadísticas) y cuando al fin se acatan las medidas de prevención el mal ya está aquí.
Colombia es una república unitaria. Las decisiones del presidente priman sobre las de los gobernadores y alcaldes, no es asunto de protagonismo es nuestro orden Constitucional, lo cual no significa dejar de buscar el consenso. Hay sin embargo quienes en lugar del aplauso a médicos prefieren cacerolazo contra el presidente. No es solo la importunidad, es la falta de solidaridad de sentido humanitario. A mi puede parecerme bien que la restricción sea para mayores de 70 años, al alcalde de 60 finalmente será para todos y en todo el país; unidad, reciprocidad, humildad. Al final la restricción general fue bien recibida por todos con algunas muy pobres críticas.
Estamos en las manos de los científicos, médicos y sanitarios, quiera Dios guiarles por el buen camino; de nuestra parte el aplauso de todos los días y nuestra eterna gratitud.
Los dirigentes, presidentes o primeros ministros de todos los países afectados tienen muchos asuntos que resolver; requieren calma para afrontarlos y el apoyo solidario de sus conciudadanos. El mensaje (en redes) del primer ministro Italiano en el que declara y pide perdón por haber fallado en la contención de la pandemia parece una falsa noticia, si no lo fuera que Dios tenga piedad de él en su desesperanza.
El título del artículo lo tome de una pancarta que portaba una chica española.
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