Nunca he sido amigo de las defensas en tropel, mucho menos las que se hacen o convierten en defensa de género o de grupo y, desde luego, no me refiero a la que nace de la esencia misma del grupo o del género, sino aquella que surge del individuo y la convierten en grupo, porque de la unión nace la fuerza o, mejor aún, por el hoy por mí mañana por ti. A ver si me explico, si voy por la calle con mi nieto y nos encontramos con dos hombres besándose, es posible que mire para otro lado como lo haría si son dos mujeres, o un hombre y una mujer; o gire para que mi nieto no vea, cuando a él que es de otra época no le parezca extraño, o que él me diga: ¡abuelo dos hombres besándose!, a lo que deberé decirle: Es cosa de ellos. No me entrometo, aun cuando se pasen y me disguste. Pero si al tiempo, un tercero irrumpe e insulta a la pareja, me parece una intrusión indebida. Pero este acto, no autoriza para que los que defienden la libertad sexual organicen una besatón en un lugar público, el hecho de que no se prohíba hace evidente el despropósito.
Por la misma razón no estoy de acuerdo con la solidaridad que ahora hacen las Cortes por la decisión que toma la Embajada de los EE.UU. de dejar sin efecto las visas de tres honorables magistrados, que solo quedó en uno, porque dos de ellos acudieron al consulado, se apersonaron cada uno de su cada caso, porque los motivos pueden no ser los mismos o tratarse de una formalidad o de un error, lo cierto del caso es que les habilitaron las visas y, solo queda una. Sin embargo, se quiere sostener que es una presión para coaccionar a las Cortes. Como digo, no me parece adecuado volver un asunto individual en colectivo y mucho menos institucional, pues ahora los jueces o al menos el órgano que dice representarlos se agregan a la protesta y además se oyen voces que piden que el presidente se pronuncie sobre una presión que no se ha probado que exista. Lo que puede terminar siendo un movimiento en contra de la extradición que apoye a la JEP para no extraditar a Santrich (al momento de escribir se supo que la JEP no extraditó y ordenó la libertad inmediata), lo que desde luego es otra especulación, pero es que en esas estamos. Que tal Gaviria, el expresidente, diciendo que Duque es cómplice de la presión. Sin terminar el artículo ya se supo que, como es obvio, se trata de razones individuales o particulares y la declaración de la magistrada Gloria Stella Ortiz le quita hierro al asunto, pues solo queda el caso del magistrado Eyder Patiño Cabrera, del que no se sabe realmente por que se le anuló la visa, aun cuando algunos apuntan a su reciente vinculación con la investigación con el Cartel de la toga.
Vivimos tiempos revueltos. La JEP niega la extradición de Santrich y ordena investigar al fiscal, el procurador apela y dice que debe ir a la Corte Suprema otros que a la Sala de Apelaciones de la JEP. El fiscal renuncia y luego la vicefiscal, al tiempo aun cuando por otros motivos lo hace la ministra de Justicia. Lo que no debe pasarse por alto es la impunidad sobreviniente de Santrich, cuando incluso la presidenta de la JEP señala que la no extradición no quiere decir que sea inocente, pero entonces… ¿quién le juzga? Si con la presentación de nuevas pruebas, la apelación no retrotrae el asunto y la extradición se cumple, la investigación del narcotráfico debe ser asumida por la justicia ordinaria. Sin embargo, ya veremos cómo se defenderá al acusado con el manido estribillo de que se pone en peligro la paz, esto es, de nuevo un asunto individual se nos convierte en colectivo, cuando es evidente que ese individuo violó el acuerdo y volvió a delinquir.
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