Como ya es una costumbre inveterada, Latinoamérica sigue en un salpicón en que la violencia está llevando a varios países a límites muy peligrosos, pues las fuerzas de extrema izquierda están cogiendo más fuerza y los gobiernos de derecha perdiéndola, al punto que los dictadorzuelos a quienes un día se menospreció, hoy nuestra vetusta democracia no sabe qué hacer para quitárselos de encima. Desafortunadamente, la suerte para estos países está echada.
La situación de Chile, país que por su pasado y haber padecido a Allende y Pinochet, no pensábamos que iba a repetir escenas de violencia y vandalismo como las que ocurren ahora en las calles de Santiago, con una veintena de muertos y media ciudad destruida. El ambiente, a pesar de las medidas heroicas tomadas por el presidente destituyendo a la mitad de su gabinete, sigue agitado y se está cocinando otra revuelta que asustaría a cualquier gobernante.
Uruguay, llamado la Suiza de América, se debate entre decidir si entra del todo a su política de izquierda o da media vuelta a la derecha. Este país que siempre se distinguió por su tranquilidad, llama la atención por movimientos inquietantes que han comenzado a aflorar. Ojo con ellos.
Lo de Bolivia se caracteriza más por el individualismo de su presidente, que por ser cualquier cosa que se asemeje a una democracia. Parece que Evo Morales está entrando un poco en razón ante el fraude electoral con que se hizo elegir por tercera vez de una manera autoritaria, pero todavía no se sabe cuál será el desenlace final. Difícil su futuro, pero más difícil convencer a sus amigos políticos, sobre gobiernos de izquierda (Cuba, Venezuela, Nicaragua), de que democracia no es gobernar indefinidamente, sino gobernar con libertad.
En Centro América, son varios los presidentes encarcelados por corrupción.
Para Colombia, donde somos bastante propensos a contagiarnos de lo malo que sucede donde nuestros vecinos, y además nuestra situación interna no está para cucharas, debemos estar atentos para enfrentar con decisión a los violentos.
Ya tendremos oportunidad de comentar las elecciones locales de la semana pasada. Son tantas y tan variadas las opiniones sobre los resultados, que nos seguimos enredando sin encontrar el camino que nos saque del embrollo.
P.D.: Cuando una mujer se rinde es porque ha vencido.
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