Todo indica que la situación por la que estamos atravesando es una de las más delicadas de nuestra historia reciente, pues los gobernantes de algunos de los países vecinos actúan como dementes que con tal de defender sus intereses personales, son capaces de dejar a toda una nación muriéndose de hambre sin siquiera proporcionarles los más elementales servicios de salud. Esto se repite desde los tiempos del endiosado comandante Chávez, que convirtió a una boyante nación en pordiosera gracias a el despilfarro de sus enormes recursos en veleidades políticas.
Y como el comportamiento de esta clase de personajes se va degradando a medida que se sienten más elevados hacia su falso Olimpo, con lo que la solución a los problemas de sus pueblos cada vez aparece más lejana.
Ahora, como hace varios años, vuelven las amenazas de los chafarotes cuya principal labor a lo largo de los tiempos ha sido robar el erario de una Venezuela, de quienes antes sentíamos envidia por su abundancia, y donde repetían: "eso está muy bueno, deme dos".
En este momento los colombianos tenemos que vivir en medio de cientos de miles de personas de ese país, que han llegado a nuestras calles mendigando mendrugos de pan para subsistir con sus pobres hijos. Tanto el Gobierno como los particulares hemos prestado ayudas hasta donde ha sido posible, pero desafortunadamente con las limitaciones a que nos obliga nuestra economía de clase media.
Y como el malo es desagradecido, a pesar que no se puede culpar al pueblo raso, sale Maduro a hacer alarde de un falso poderío, exhibiendo armas que ningún retrasado mental sería capaz de disparar contra quienes los están ayudando en tan trágicos momentos.
Dejemos para próximos días comentarios sobre la temible alianza en que se han metido con las cuadrillas de asesinos del Eln, de los áulicos del traidor Santrich, los horrorosos mafiosos del cuartel de Sinaloa, sumados al Paisa e Iván Márquez.
Seguiré insistiendo en atacar a los cabecillas bolivarianos, a pesar de que algunos amigos preferirían que me quedara callado. Hay mucha tela de dónde cortar y con estos mejor es no callar.
P.D.: No dejes de aprender, nunca dejes de aprender. Una memoria ociosa es el taller del diablo y ese diablo se llama Alzhaimer.
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