Ya me imaginaba, y sin dármelas de Harry Potter, que no pasaría mucho tiempo después de la tan agradable visita del papa a nuestro país, para volver a quedar inmersos en este mar de corrupción en la Rama Judicial que nos está azotando, más duro aún que los sufrimientos que tuvimos que soportar durante los aciagos días del reinado de la cocaína con el sanguinario Pablo Escobar a la cabeza.
Fueron dos épocas diferentes en su naturaleza, pero igual de malignas en sus consecuencias, por el daño que los mafiosos hicieron a nuestro país y que fue algo que no tiene otra comparación que con la violencia y los cientos de asesinatos cometidos por los capos sicilianos, comandados por el "capo de tutti capi", el tristemente célebre Al Capone. Durante el apogeo de la marihuana, en los años cincuenta, los gobiernos del mundo occidental previendo el peligro que se venía encima, iniciaron una estrategia unificada para enfrentar la oleada de yerba que nos invadía. Fue mucho el presupuesto que se invirtió en una guerra sin cuartel para evitar que la juventud consumiera lo que en ese tiempo se consideraba el principal azote de la humanidad. Colombia, que desafortunadamente nunca se ha quedado atrás cuando de estar en el centro de lo prohibido se trata, comenzó con gran éxito el cultivo de lo que llegó a tener su marca propia con el nombre de Santa Marta Golden, y que se cultivaba con la mejor calidad del mundo para su exportación a Estados Unidos y Europa. Pero como todo lo que se pone de moda y luego viene en descenso, aunque todavía se consume en buena cantidad, rápidamente fue reemplazada por la cocaína, que ha mantenido su reinado con base en los cientos de muertos que diariamente se cuentan en todos los países del mundo, sin excepción.
A pesar de que ya está entrando con gran fuerza, a la heroína, su reemplazo, todavía le queda un largo camino por recorrer antes de desalojar del primer lugar el otro azote, más conocido como "la caspa del diablo".
Estos comentarios vienen a raíz de que en las reuniones de la ONU en Nueva York, donde tuvo, hay que reconocerlo, importante preponderancia el presidente Juan Manuel Santos, el eje de su discurso fue la lucha del mundo y especialmente de nuestra patria contra la droga.
Aquí tengo que confesar que, cuando le dieron el Premio Nobel de la Paz a Santos, para mí este acto fue más que inmerecido porque su plataforma, preparada por todas las maquinarias y los recursos del gobierno, estaba basada en hechos que, por su afán de notoriedad política, pudieron engañar a los europeos del norte, desconocedores profundos de nuestra idiosincrasia, pero no a nosotros que respiramos malicia indígena por todos los poros. La prueba más contundente que tenemos a la vista es el resultado en cifras que muestra el desbordado crecimiento de los cultivos y los laboratorios de procesamiento, que sobrepasan cualquier cantidad del pasado, fuera de la debilidad que está mostrando el célebre proceso.
Ahora ya todos estamos convencidos de que la razón del fracaso en la meta de disminución de la producción es totalmente atribuible al acuerdo por la paz, firmado por el Gobierno con los malandrines de las Farc, para eliminar la aspersión con glifosato, que tan buenos resultados estaba dando. Este punto, dentro de los arreglos pactados para llegar a una efímera paz, fue sin duda el de mayor importancia, porque el entregar unas cuantas toneladas de armamento para ser fundidas y convertirlas en un monumento no deja de ser una acción simbólica sin ningún resultado práctico, fuera de recibir otra medalla en alguna parte del mundo. Lo que realmente vuelve importante la utilización de glifosato es que al disminuirse notablemente la producción de la cocaína de inmediato se le cortan las fuentes de financiación a los guerrilleros, lo que añadido a las gigantescas caletas que tienen regadas por el mundo los hubieran puesto en aprietos para poner a funcionar las campañas electorales que se avecinan, y que nos va a poner a todos, especialmente a los políticos, a bailar en una pata.
P.D.: Tener que referirse a los altos heliotropos del Poder Judicial como el "Cartel de la Toga" es algo que produce náuseas.
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