El tan anhelado proyecto Aeropuerto del Café sigue siendo un sueño (¿o un tormento?) para los caldenses después de más de 30 años de intentos por tenerlo. Muchos continúan señalando a este importante proyecto regional como un gran elefante blanco, mientras que otros responderían que es una crónica de una muerte anunciada con el reciente cese de actividades de la firma contratista que actualmente construye el proyecto. Esta nueva traba podría llevar a que el proyecto llegue a su fin por incumplimientos en los pagos al contratista, asfixiando financieramente la posibilidad de continuar con la obra.
OHLA, la firma contratista, tiene a su cargo la construcción de la fase uno del proyecto, que corresponde mayormente a la explanación y drenajes del terreno, obras por un valor aproximado de 141.000 millones de pesos. Retomando algo de historia, el Aeropuerto del Café fue una idea que nació en 1977 cuando se observó que a 1.600 metros sobre el nivel del mar, en el municipio de Palestina (Caldas), existía una especie de meseta apta para la construcción y operación de un nuevo aeropuerto que sustituyera el actual Aeropuerto de La Nubia de Manizales, el cual permanece cerrado gran parte del tiempo por problemas meteorológicos.
Los inicios del proyecto se remontan a 1985, con la creación de la Corporación Aeropuerto de Palestina, cuyo objetivo era la promoción y construcción del Aeropuerto Regional de Palestina. Años más tarde, se definió que el aeropuerto se construiría en tres etapas principalmente: la etapa uno estaría destinada a la construcción de un aeropuerto con operación nacional diurna y nocturna, en la etapa dos se ampliaría la pista para dar viabilidad a la operación de vuelos internacionales, y en la etapa tres se contemplaría una ampliación adicional para operaciones de carga.
Esta nueva complicación para construir el aeropuerto no solamente seguiría reviviendo los dolores de cabeza que viven a diario los caldenses ante la imposibilidad de tener un transporte aéreo adecuado para la cantidad de habitantes que tiene el departamento, sino que impediría el descongestionamiento de aeropuertos como el Aeropuerto Internacional Matecaña de Pereira y del Aeropuerto Internacional El Edén de Armenia, apoyo para el que fue estratégicamente pensado Aerocafé como proyecto de región.
Más allá de eso, el Aeropuerto del Café se convertiría en un eje para la competitividad y conectividad no solamente del departamento de Caldas, sino de los demás departamentos del Eje Cafetero y Tolima, y sería un soporte fundamental para la producción y exportación de bienes, un potencial generador de empleo, promotor de desarrollo urbano y un dinamizador del turismo del departamento y las poblaciones cercanas.
Conociendo entonces la importancia de este macroproyecto, cabe entonces preguntarnos ¿Y Aerocafé pa’ cuándo? Ilusionados con el inicio de la construcción de la primera fase, los caldenses aseguraban tener finalmente proyecciones seguras que indicaran la fecha en la que el aeropuerto estaría operando. Sin embargo, hoy una nueva “piedra en el zapato” se interpone para dejar florecer nuevamente la incertidumbre, como la hierba mala que florece en un campo abandonado sin que nadie la controle. El aeropuerto continúa liderando el ranking de los proyectos más importantes a construirse dentro de la agenda de desarrollo de Caldas y no cabe duda de que el actual Gobernador desde su campaña
electoral hasta el día de hoy, es un fiel convencido de la importancia regional del proyecto. De igual manera, el apoyo interinstitucional de los gremios y demás gobiernos locales continúan apostando por la construcción del mismo. No obstante, pareciera como si siempre nos quedara faltando cinco centavos para el peso. Entonces, nuevamente cabe preguntarnos ¿y el Aeropuerto del Café para cuándo?
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