En el Museo Vaticano hay un fresco del pintor Rafael que registra una de las más famosas discusiones entre los filósofos Platón y Aristóteles. Al primero se le ve apuntando al cielo, como queriendo decir que lo que es verdaderamente esencial en la vida se encuentra en el mundo Divino, en el mundo de las ideas. El segundo, Aristóteles, por el contrario sostiene en su mano un libro de ética y con él apunta hacia abajo, quizás diciendo que el verdadero sentido de la vida está aquí en la tierra, el espacio en donde podemos ser felices.
He dicho en múltiples ocasiones que la riqueza, el placer y el conocimiento son muy importantes, deseables, pero no constituyen el favor fundamental de la vida. Me parece que el escritor argentino, Jorge Luis Borges lo decía con razón: “He sospechado alguna vez que la única cosa sin misterio es la felicidad, porque se justifica por sí sola.”
Y mi felicidad es porque en Manizales las universidades logramos posicionarnos en un escalón de alta calidad. Cuatro de las seis que integramos el Sistema Universitario de Manizales, Suma, estamos acreditadas y reacreditadas. Y esto por supuesto es un motivo inmenso de felicidad. Los rectores de Suma nos hemos dado a la tarea de buscar caminos que nos permitan redefinir lo que somos y diseñar estrategias con nuestros profesores, colaboradores administrativos, estudiantes y egresados para asumirnos como ciudadanos con una clara visión política.
Hemos puesto el acento en las infinitas posibilidades que tenemos para ubicarnos en lugares que están estrechamente relacionados con las transformaciones de la sociedad contemporánea. Procuramos en escoger la senda justa, que no es otra que reconocer que lo que somos es el resultado que demostraron cuidadosos artesanos, quienes nos han precedido. Todos los que han pasado por nuestras aulas con hilo, aguja y dedal fueron tejiendo un entramado de racionalidad crítica, con la que hemos ido construyendo un gran escenario universitario en esta bella ciudad de las “puertas abiertas.” Somos conscientes de que nuestra tarea intelectual debe estar diseñada pensando en los fines de la sociedad a la que pertenecemos.
Es importante recordar que el siglo XX se caracterizó por tener como una de sus grandes expectativas, un incremento importante de la calidad de vida de la población en el planeta. Esto se dio básicamente por los adelantos tecnológicos producto de la generación de conocimiento científico. Nos dimos cuenta de que la especie humana está expuesta, cada vez más, a nuevos problemas globales que la afectan de manera negativa. El informe de la Unesco (2005) denominado “Hacia las sociedades del conocimiento”, planteó la necesidad de construir y extender las redes del conocimiento. No es difícil comprender que los países de América Latina requieren de un sistema científico sólido que permita buscar vínculos estrechos entre el Gobierno, el sector productivo y las universidades. Para esto es importante considerar como elementos indispensables la protección de la democracia, la libertad académica, el respeto por la autonomía de las universidades, la comprensión y atención seria a quienes representan la sociedad civil, y una muy consistente línea de políticas públicas de largo aliento.
El pensador José Joaquín Brunner en su texto “Transformaciones de la universidad pública”, expuso que las universidades latinoamericanas deben transformar de manera definitiva su forma de actuar. Insiste en que la forma como muchas universidades materializan su autonomía las ha llevado a que se crean que no tienen la obligación de informar ni de dar cuenta de lo que hacen o dejan de hacer; y en consecuencia no se sometían a procesos de evaluaciones externas.
Como Sistema Universitario no olvidamos que tenemos el mandato moral y político de contribuir con las transformaciones sociales y construir un camino hacia la consolidación de la sociedad del conocimiento. Esto no se hace exclusivamente desde las ciencias, las tecnologías, las disciplinas, sino también desde una postura por ser justos, incluyentes, solidarios, leales, amorosos, respetuosos, honestos, responsables…, con estos valores es fácil entender que quienes nos movemos en el mundo de la academia universitaria tenemos la virtud de siempre preguntar por qué; nuestra misión se mueve en el amplio escenario de la interrogación.
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