Transcribo algunos de los apartes de lo que dije como participante en el Diálogo Político celebrado en el marco de la V Cumbre Iberoamericana de Agendas Locales de Género organizada por la Unión Iberoamericana de Municipalistas esta semana:
Para comenzar, digamos que la gestión de la pandemia por parte de la mayoría de los gobiernos del mundo no ha sido exitosa; la literatura, los científicos, algún millonario y la historia misma nos la anunciaron, pero no se escucharon las advertencias, y cuando llegó, los gobiernos no estuvieron preparados. El número de contagiados y muertos se cuentan por millones y la economía mundial zozobra en un mar de incertidumbre y de miedo.
Todas las fallas del sistema han sido delatadas por la pandemia: ineficiencia, inequidad, injusticia, discriminación. No hay duda de que la crisis ha golpeado con especial impiedad a los pobres, a las mujeres y a los indefensos.
En la cabeza de los gobiernos y de los altos cargos de decisión política hay muy pocas mujeres; el gran peso de la responsabilidad por este manejo errático no es, por tanto, imputable a ellas.
Es más, en países como Taiwán, Alemania, Nueva Zelanda, Noruega, todos gobernados por mujeres, el manejo del problema ha sido evidentemente más eficiente, más oportuno y más efectivo. Mujeres con empatía, cercanía con su pueblo, liderazgo valiente, gran capacidad de comunicación y sensibilidad a flor de piel, han logrado ser un referente para el mundo en materia de exitoso manejo de la catástrofe: Tsai Ingwen, Jacinda Ardern, Silveria Jacobs, Erna Solberg, Ángela Merckel, son algunas de las muchas heroínas de estos oscuros tiempos.
Es innegable el positivo papel que ha desempeñado la recién elegida alcaldesa de Bogotá, quien, a pesar del difícil diálogo con el gobierno central, ha logrado acciones que han impedido la profundización de la crisis; la opinión colombiana valora la manera como Claudia López conduce la ciudad, la peor tratada por el virus hasta ahora.
Lastimosamente el panorama de Colombia con relación a la participación efectiva de la mujer en los altos cargos de decisión política no dista mucho de lo que ocurre en el resto de América Latina.
Aunque en el país se han expedido normas progresistas con relación a la igualdad de género en materia de participación política, en este último debate electoral de octubre del 2019, disminuyó bastante el acceso de las mujeres a los cargos de jefes de gobierno y corporaciones deliberativas de entidades territoriales: departamentos y municipios.
Entre las elecciones del 2015 y estas últimas bajó la participación de las mujeres en las gobernaciones en un 60%, y en las alcaldías se pasó de 136 mujeres a 130.
En lo cualitativo sí hay avances: a las alcaldías de dos importantes ciudades capitales accedieron mujeres: Claudia López (ya lo dijimos) a la de Bogotá y Virna Lizi Johnson a la de Santa Marta. Sus gestiones frente a la pandemia han obtenido buenas calificaciones.
Para ser muy pertinentes con la razón de ser de la Cumbre quedaría por anotar que la disparidad entre hombres y mujeres en los gobiernos, es más notoria en las localidades, en las pequeñas localidades. Apenas el 12% de los gobernantes municipales son mujeres. Es necesario desde esta perspectiva, fortalecer las democracias locales, que son las más genuinas y las más cercanas a la comunidad.
Lo que sí se observa de acuerdo con estudios recientes es un mayor ímpetu en la participación de las mujeres en los procesos políticos en Colombia: hubo un incremento de mujeres candidatas en las elecciones pasadas superior al 25%. Esa es una buena noticia, pero los precarios resultados finales nos desafían a trabajar para ir removiendo las barreras, con frecuencia de naturaleza violenta, que impiden que esas aspiraciones se cristalicen.
Hay que apoyar la propuesta 50/50 en la conformación de listas a cuerpos colegiados que trae el Proyecto de Ley de Reforma Electoral.
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