Bajo el lema de Uniendo al mundo para hacer frente al cambio climático, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) que se está celebrando en Glasgow del 31 de octubre al 12 de noviembre, reunió a representantes de unos 200 gobiernos con el objetivo de acelerar la acción climática para el cumplimiento del Acuerdo de Paris (2015). Se busca en general, comprometer a todos los países del mundo en la tarea de reducir las emisiones contaminantes en por lo menos un 45% en el año 2030 e impedir de esa manera, un aumento de la temperatura de la tierra por encima de 1,5° C. al final del siglo.
El camino a Glasgow ha sido largo y proceloso: comenzó en 1992 cuando delegados de todo el mundo se reunieron en Rio de Janeiro a celebrar una “Cumbre de la Tierra”. Con esta ya son 26 las cumbres que se han celebrado, y los compromisos nacidos allí en buena medida se han incumplido. A pocas horas de concluir el evento que reunió a más de 40.000 delegados de todo el planeta (el doble de los asistentes a la cumbre anterior en 2019), se publicó una investigación de la Universidad de Arizona según la cual el calentamiento global alcanzó niveles sin precedentes en los últimos 24 mil años.
Las más de 100 mil personas que han desfilado en estos últimos días por las calles frías y lluviosas del poblado escocés, encontraron así un nuevo e incontestable argumento para reclamar resultados concluyentes de la Cumbre.
La ausencia de Rusia y China fue considerada un arranque infeliz de las conversaciones, pues no se entiende cómo dos países de esa envergadura geopolítica y ambiental, declinaron su presencia en el Foro. Y como si fuera un augurio de la levedad de las deliberaciones, los líderes del mundo que asistieron, lo hicieron desplazándose en más de 400 jets privados que provocaron el colapso del aeropuerto de Glasgow y pudieron haber generado, según ciertas organizaciones ambientalistas, cerca de 13 mil toneladas de emisiones de CO2, que es uno de los principales gases de efecto invernadero responsables del calentamiento global.
A la hora en que escribo este artículo, 6 de la tarde del jueves 11 de noviembre de la semana que corre, se anunció el primer borrador de la COP26 que pide a los países que revisen sus compromisos climáticos para 2022, ya que no estarían alineados con la meta de limitar el aumento de la temperatura a 1,5° C para finales de siglo.
Eliminar los subsidios y la financiación a la exploración y explotación de combustibles fósiles, insistir a los países desarrollados en que dupliquen su apoyo financiero a los países en desarrollo para que logren su adaptación al cambio climático, llamar al sector privado, a la banca multilateral y a otras instituciones financieras a escalar los recursos, en especial los dirigidos a la adaptación, parecen ser componentes sustanciales de los acuerdos. Por los antecedentes recientes se sabe que no será tarea fácil: “Desde el 2009 y, reafirmado en el 2015 con el Acuerdo de París, los países con más recursos se comprometieron a movilizar 100 mil millones de dólares al año para que los países con menos recursos pudieran enfrentar la crisis climática. Pero la meta jamás se cumplió. En esta COP26 se está esperando que se cree una especie de plan de emergencia para cumplirla finalmente”. Todo esto cuando los costos de adaptación en los países en desarrollo son de cinco a diez veces los flujos actuales de financiamiento para tal propósito. Menos de 66 países financiaron medidas de recuperación de covid-19 para abordar los riesgos climáticos, según un informe de la ONU en el marco de la cumbre.
Un informe de Naciones Unidas descubrió que, si bien las políticas y la planificación para la adaptación al cambio climático están creciendo, la financiación y la implementación están aún muy por detrás de donde deberían estar. Los esfuerzos no son todavía lo suficientemente fuertes.
Es esperanzador, sin embargo, el informe de la misma organización que sugiere que si bien los procesos de adopción de los Planes Nacionales de Adaptación han sido interrumpidos por el Covid 19, alrededor del 79% de los países han asumido al menos un instrumento de planificación en cuanto a la adaptación a nivel nacional, ya sea a manera de plan, estrategia, política o ley, lo que significa un aumento del 7% con respecto a 2020.
“Basta de tratar la naturaleza como un retrete” clamó el secretario general de la ONU, Antonio Guterres al inaugurar la COP 26 en Glasgow. Que los líderes del mundo y la sociedad planetaria escuchen y actúen.
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