Ya han pasado 22 días desde que un derrumbe dejó atrapadas 11 personas en una mina de la vereda El Bosque, de Neira.
Para quienes no estamos familiarizados con la actividad minera y en particular con los distintos tipos de explotación y extracción de oro que utilizan los mineros informales de este sector del río Cauca, nos parece surrealista que estos hombres y mujeres, obligados por la necesidad, cometan la osadía de penetrar como topos en las entrañas de la tierra, y ejecutar su faena bajo el lecho del río.
Esta tragedia se repite de tarde en tarde con una regularidad aterradora, y esa, tal vez, sea la razón de cierta insensibilidad que padecemos al momento de asimilar el dolor y compadecernos de quienes han muerto en esos espantosos agujeros, y de sus familiares y sobrevivientes que, al momento de escribir este texto, ven marchitas sus esperanzar de encontrar los cadáveres para enterrarlos, ahí sí, con dignidad.
Se calcula que en este sector del Cauca medio que comprende los municipios de Neira, Filadelfia, Anserma, Riosucio, Supia, Marmato, La Merced y un poco Aguadas, se dedican a esta labor informal de extracción de oro, unas 6.000 personas. Este número fluctúa con las condiciones del mercado del oro y con el clima.
La cantidad de mineros habla por sí sola del grave problema social que subyace a la actividad minera en Caldas. Aunque aquí compartimos frontera con Risaralda, la mayoría de estos trabajadores es caldense.
Siendo esta una problemática íntimamente vinculada al Territorio, muy poco puede hacer el Departamento para solucionar de fondo este complejo y delicado problema; desde hace unos diez años, en otra expresión exacerbada de centralismo, el Gobierno nacional les arrebató a los departamentos toda competencia en materia de manejo de la actividad minera. Ahora es la Agencia Nacional Minera la que con pasmosa lentitud ejerce las funciones de autoridad minera y concedente en todo el territorio nacional. Aquí como en tantos otros casos, la nación se queda con las competencias y la plata, y los departamentos, con los problemas y las dificultades.
Los departamentos, no sin algunas falencias, ejercían esas competencias con mayor eficiencia e idoneidad: tenían, como es obvio, un mejor conocimiento de la problemática minera regional, su cercanía con los involucrados en los procesos facilitaba el diálogo y la concertación, y las solicitudes e inquietudes, en general, se tramitaban más oportunamente y en menos tiempo.
Este es un aspecto a enfatizar pues se puede afirmar que la expansión y el crecimiento de la minería ilegal, guarda relación directa con la lentitud y la negligencia con que actúa la institucionalidad del sector. La falta de soluciones oportunas es un detonante de la minería ilegal cuyo desarrollo se ejecuta sin los mínimos técnicos que garanticen a su vez, unos mínimos de seguridad en el trabajo.
Pero, además, en torno a la informalidad se organizan estructuras mafiosas, verdaderos carteles que se ubican en la tras escena, y que se enriquecen mientras los miserables de estas tierras se juegan la vida en esas ratoneras.
Un hecho adicional contribuye al mantenimiento de este estado de cosas: el sesgo de la legislación minera a favor de la gran minería en Colombia. Al Estado no le interesa el pequeño minero; lo deja a su suerte, lo desampara y lo convierte en un expósito para luego acusarlo y tratarlo como un delincuente y un criminal.
La solución no puede depender solo de medidas policivas; reprimir este tipo de minería a punta de culatazos, encarcelamientos y taponamientos de las entradas a las minas, no va acabar con esta problemática. Hay que atacar las estructuras que soportan con grandes inversiones [la tierra, por ejemplo] estas actividades, y perseguir a los verdaderos rentistas del negocio.
Mientras el Estado, como pasa en Chile con el cobre, no asuma el papel de administrar y explotar este recurso, y en el caso de los pequeño mineros ilegales e informales, no los organice para garantizarles una vida menos miserable, nuestro río Cauca seguirá siendo El río de las tumbas.
Para los mineros fallecidos y sus familias laceradas por la tragedia, todos nuestros pensamientos.
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