Dicen que cuando el discípulo está preparado es cuando aparece el Maestro y se da una iluminación.
Por eso hay que respetar los procesos de los demás y no juzgarlos ni presionarlos como lo hace el ego soberbio.
Cada persona va a su ritmo y verá la luz y elegirá lo que crea que es mejor en su justo momento, no antes.
Ahora bien, lo que para ella es mejor no tiene que serlo para ti y aquí debe dar frutos el respeto genuino.
En una relación tú decides aceptar a alguien, quedarte o cerrar un ciclo. Ámate y nunca vivas la vida que no quieres.
Tampoco busques un amor cómodo y facilista porque así no creces y eres prisionero del hedonismo.
Crea tu espacio y respeta el de los demás, anda a tu ritmo y acepta el ritmo de los otros sin querer que sean como tú.
Abre la mente y el alma para poder asimilar lo que te enseñan los Maestros que encuentras en tu camino.
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