Elige muy bien tus primeros pensamientos y deseos del día ya que con ellos abres la puerta a la luz o a la oscuridad.
Ante todo, decide amar en el ahora y no dejes que tu mente te lleve a un ayer de odios y culpas, o a un futuro con miedos.
Mira todo con los lentes del amor y saluda un nuevo día con la magia de la gratitud y de la alabanza.
Borra cualquier vestigio de tristeza, aleja el pesimismo y siente cada día la alegría de estar vivo.
Haz con frecuencia un rápido inventario de bendiciones, valora hasta lo más pequeño y respira amor.
Habla con Dios, invoca a tus ángeles, respira profundo varias veces y espanta los fantasmas del miedo y el desaliento.
Afirma convencido lo que eres: Soy amor, soy paz, soy luz, soy parte de Dios, soy uno con todos.
Imita a los que, incluso sin poder levantarse, sonríen desde su cama y aman la vida. Elige tener el control de tus emociones.
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