Cuando las aguas del río se crecen temes hundirte, no obstante, la fe y la fortaleza te libran de perecer.
A veces la vida es como un lago sereno y, en ocasiones, es una catarata que se precipita con violencia inusitada.
La verdad es que, aun rodeado por densas sombras, puedes encontrar dentro de ti mismo las fuerzas que necesitas.
Los problemas son pasajeros y, si confías, poco a poco, cada pieza encontrará su lugar en el aparente caos que te abruma.
Con fe firme y mucha paciencia, en algún momento surge un hermoso vitral donde solo veías trozos dispersos de cristal.
Acepta la realidad, no pelees con ella y cultiva una firme confianza. Avanza con paz en el alma, sin vanas ilusiones y sin descorazonamientos.
Paso a paso todo se ordena cuando de verdad estás con Dios, perseveras, no te rindes y eliges esperar, construir y permanecer sereno.
Siente a Dios en tu alma, ama y deja transcurrir las horas inquietas sin entregarte a la preocupación. Sé más espiritual con mi libro El sendero del espíritu.
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