Separa las tres últimas letras de perdón y mira claro que ese acto es un don, un regalo para ti y para quien te ha ofendido en un estado de inconsciencia.
Un gran regalo para ti porque te saca de la prisión del odio, te sana, te llena de paz y te hacer crecer en el amor y espiritualmente.
Comprende también que quien te agravia tiene vacíos o ignorancia y está con un tipo de ceguera espiritual.
Así te será fácil perdonar y no sufrir con los efectos nocivos del odio o el rencor que incluso afectan tu salud física.
Entiende también que es bueno olvidar pero no necesario para perdonar porque puedes recordar sin rabia y sin dolor.
Del mismo modo, perdonar no implica soportar una relación dañina, eres libre para cortar y tomar distancia si eliges amarte.
Perdonas si estás con Dios, si comprendes el estado del que falla, si te amas y eliges estar en el ahora y no en el ayer.
Perdonas y te perdonas si oras y sientes a Dios, si aprendes de Jesús en su cruz y dices como él: “No saben lo que hacen”.
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