No siempre el orgullo es venenoso, puede ser un poderoso motor para inspirar e incentivar.
Y eso lo reconoció un famoso jugador de baloncesto cuando dijo que aún recordaba algo con emoción.
Era solo un principiante en las ligas mayores y un día el técnico lo llamó aparte en el camerino y le dijo: “Estoy orgulloso de ti porque te entregaste del todo. No ganamos pero jugaste muy bien”
Esas palabras, dichas con sinceridad, le insuflaron una energía que lo acompañó siempre.
Como padre de familia, educador o buen amigo puedes hacer milagros al decir: “Estoy orgulloso de ti”.
Hay un orgullo sano que nos motiva cuando reconocemos los valores propios y ajenos.
Piénsalo y nos escatimes un elogio sincero. No alcanzas a imaginar el alcance del estímulo amoroso.
@gonzalogallog
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