Desde pequeña, Aurora escuchaba a su madre que le repetía lo mismo que pregonaba la abuela:
“Haga algo porque el tiempo perdido lo cobra Dios y lo lloran los ángeles, no esté por ahí sin hacer nada”.
Ya como mamá de dos niños se sorprendió cuando su hijita Cristal de 4 años le dijo: “Mami, no hacer nada a veces es hacer mucho”.
En un inicio pensó en desmentirla, pero se calló, tomó consciencia y en ese instante comprendió una gran verdad. Toda la vida había estado siempre superactiva por una lealtad mal dirigida a su abuela y a su buena madre.
Ese día, gracias a Cristal se liberó de esa falsa lealtad y comenzó a disfrutar con frecuencia el dulce arte de no hacer nada.
En Italia se llama “il dolce far niente”, el dulce no hacer nada, el dulce reposo, el dulce estar en calma sin correr de acá para allá.
No es pereza ni apatía, es reposar, contemplar, interiorizar. El que más se mueve no siempre es el que más hace.
@gonzalogallog
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