Solimán es un nombre derivado de Salomón y nos recuerda a un sultán admirado y temido.
Por allá, en 1550, Solimán gobernaba desde Estambul un vasto imperio que abarcaba buena parte de Europa.
Pero no es admirado sólo por sus batallas sino por su sabia legislación y su ejemplar tolerancia.
Solimán permitía a las naciones que conquistaba que siguieran practicando su credo y sus tradiciones.
Al contrario de otros guerreros no imponía su cultura y respetaba otras maneras de vivir y pensar.
Aunque lo hiciera por estrategia era tolerante, era un gobernante flexible y de mente abierta.
Solimán ganó muchas batallas externas, pero perdió la conquista más importante: la del alma y la consciencia.
Presionado por su amante favorita mató a su sabio consejero y a su hijo mayor, y la pena moral lo mató a él lentamente.
@gonzalogallog
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