Durante mi último curso en el colegio el profesor de ética nos puso un examen. Leí rápidamente y me sorprendió la última:
“¿Cuál es el nombre de la mujer que limpia el salón y que ustedes conocen porque a veces ha entrado a limpiar un charco?”.
Creí que se trataba de una broma. Sí, la conocía, era bajita, de cabello oscuro y de unos 45 años. Pero ¿cómo iba a saber su nombre?
Entregué mi examen, sin dar la respuesta, y al salir todos comentamos que esa pregunta no tenía sentido.
Al volver al salón hubo protestas de algunos y se dijo: “La última pregunta no debe contar para la calificación del examen”.
“Por supuesto que sí, anotó el profesor. “En su vida tratarán a muchas personas y todas son importantes.
Todas merecen su atención y cuidado, aunque solo les sonrían deseándoles un buen día. Eso es actuar con ética”.
Yo nunca olvidé esa gran lección y de ahí en adelante saludé con aprecio y gratitud a la Sra. Alicia.
@gonzalogallog
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