Las conductas humanas ante la muerte son bien variadas y hay una que es bien curiosa.
Los deudos en Burquina, África occidental, tienen la hermosa costumbre de plantar árboles en nombre de sus difuntos.
Los cuidan y, cuando han crecido, ponen delante alimentos como una ofrenda simbólica al ser querido.
Dejan allí esos alimentos durante el día y por la noche vienen, se los comen y dan gracias al ser que partió.
Es como si dijeran: ahí está tu alimento, pero si no vienes por él durante el día, yo lo aprovecho en la noche.
O sea que son bien realistas y, además, creen en la otra vida mucho más que nosotros.
Para ellos quien muere sigue viviendo, porque la muerte es solo un paso de una vida a otra.
La pregunta es: ¿por qué, si de verdad creemos que el difunto pasa a mejor vida, nos sumimos tanto en la pena? Por los apegos.
@gonzalogallog
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