Recibió el nuevo gobierno pésimos indicadores: déficit fiscal, informalidad laboral, pobreza, corrupción, mermelada, criminalidad, etc. Empero, y a juzgar por sus acciones preliminares, todo apunta a empeorar, veamos:
Acto preferente recaudar $25,9 billones a través de otra reforma fiscal mal concebida, dirigida a gravar: exportaciones de petróleo y carbón ($5,8 billones); personas naturales ($5,4 billones); saludables y ambientales ($2,5 billones); patrimonio ($2,6 billones); personas jurídicas y dividendos ($5,5 billones); rentas de designación específica ($2,1 billones); eliminación días sin IVA ($ 0,6 billones); importaciones de origen ($ 0,5 billones); zonas francas ($0,5 billones).
Min-hacienda incomoda los empresarios imponiendo más cargas fiscales, doble y triple tributación, superando así otros países OCDE, quedamos en desventaja. Reforma que aumenta las ganancias ocasionales afectando los negocios inmobiliarios, elimina subsidios a la vivienda VIS (grave), disuade el ahorro de las familias, reduce el nivel de inversión y empleo, encarece los bienes y servicios nacionales e importados, erradica primero el azúcar que la coca, decrece el consumo de las clases populares, altera precios de los combustibles (frágil fondo de estabilización del precio de los combustible).
Indebido provocar una nueva reforma sin siquiera determinar las causas eficientes de la interminable corrupción; sin siquiera determinar hacia dónde canalizarán dichos dineros; sin siquiera definir un plan de recuperación del debido cobro fiscal; sin siquiera priorizar un serio programa de austeridad. En reciente asamblea de la Andi, el presidente consiguió preocupar a los industriales. Mal indicio. En torno a la sonada “transición energética”, Min-minas y Min-ambiente arguyen temas ambientales poco fundados, caprichosos, con el fin de erradicar el fracking y estrujar la inversión en petróleo y carbón; actividades que transfieren cuantiosos recursos al fisco. Recordemos los 17 billones de utilidad que recién arrojó Ecopetrol. Ni hablar del exabrupto de Min-minas de: “no producir más gas e importarlo de Venezuela”, dizque por ser contaminante, cuando se trata de energía verde; ya querrán importar petróleo. Irresponsable. Olvida la ministra que de la minería extractiva surgen, entre muchos otros recursos, combustibles fósiles, insumos para metales variados, sílice (vidrio), conductores eléctricos para nuevas tecnologías. Necio promover la anti-minería, estropear la producción y soberanía energética y ahondar consigo los problemas fiscales.
Por su parte, min-defensa y min-agricultura se envalentonan anunciando “democratización de la propiedad rural” (léase expropiación) y “erradicación voluntaria de la coca”, cuyo cultivo podría diseminarse con fuerza. Su discurso irrita a los terratenientes (no indígenas), promueve invasión no legal de tierras y desestimula la actividad agrícola y ganadera, sustento de millones de familias. Min-defensa azota las FFMM al excluir, de manera súbita y unilateral, 55 militares de alta alcurnia, frustrando sus carreras, humillando la institución y poniendo en riesgo la seguridad ciudadana; absurdo neutralizar la fuerza pública ante tan elevados índices de criminalidad.
Y de la mano de las centrales obreras, aparece Min-trabajo anunciando el retorno de las horas extras, dardos a los contratos de prestación de servicios, puya por un inusitado incremento salarial, así como tejer otras reformas laborales; todo lo cual retrocedería el nivel de empleo. Su gran pecado es no socializarlo primeramente con los empresarios. No le importa quizá. En cuanto al canciller, corre a Cuba a gestionar acuerdos de paz y hacerle guiños a Nicaragua y Venezuela, pésimos países consejeros, donde abunda la corrupción, pobreza y revolución social. Y, en el entre tanto, el gobierno guarda un extraño silencio frente al narcotráfico, secuestro, corrupción, contrabando. Deseable que el nuevo Congreso, de la mano del país político, impidan con sentido patriótico la aprobación de nocivos proyectos que pueden llegar a demoler la socio-economía.
En síntesis, el nuevo gobierno anda embriagado de poder, vocifera, improvisa, deambula sin rumbo, afronta la psiquis de cambiar por cambiar, pero sin asidero económico ni técnico. En tiempo récord siembra desconfianza, enrarece el clima de los negocios, dispara el dólar y demuestra impericia para construir sociedad, país y riqueza; ritmo al cual nadie “vivirá sabroso” aquí. Acuño la frase de un viejo amigo: “mala tos le siento al perro”. Si bien el comunismo nunca ha sabido guiar ni construir, deseable se revistan de seriedad, coherencia y sabiduría en aras de erigir una mejor Colombia.
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