Julio del año 1992. Me comuniqué con el doctor Luis Prieto Ocampo, para esa época presidente del Banco Cafetero. Mi interés: encontrar recursos para desarrollar las obras que me comprometí como alcalde entrante de nuestra ciudad. El doctor Prieto sabía de la incapacidad financiera de Manizales en ese momento, pero como buen presidente de banco nos dio luces para lograr algunos empréstitos que nos permitieron iniciar proyectos (terminación avenida Kevin Ángel, demolición antiguo estadio para iniciar el nuevo Palogrande, etc).
Ese fue el inicio formal de mis relaciones personales y profesionales durante 26 años con uno de los manizaleños más importantes a nivel local, departamental, nacional e internacional.
En el año 1999, durante mi segunda gestión como alcalde, en reunión en su casa de campo de Santágueda le di el visto bueno al desarrollo del Aeropuerto del Café, obra que luego se frustró por falta de una seria estructuración pero que ahora, 19 años después, pudimos desempantanar y hemos entregado para su desarrollo a la Agencia Nacional de Infraestructura -ANI. Todo con el conocimiento de él que fue uno de los mayores impulsores del proyecto.
Luis Prieto Ocampo, al igual que sus compañeros de generación, los Azucenos, imprimieron una parte muy importante del desarrollo de Manizales y de Caldas. A pesar de que actualmente mucha gente se lamenta de la situación geográfica de Manizales y su aparente aislamiento del resto del país, hace 50 años, él y sus amigos solo pensaban con optimismo e interés siempre en lo mejor para su región.
Por todo lo anterior, por su paso por las dignidades más importantes de la nación (IFI, ANDI, Tejidos Única, Alcaldía de Bogotá, BID, sus propias empresas) es que debemos los manizaleños y los caldenses lamentar la partida de otro hombre grande de nuestra raza, pero ante todo sentirnos alegres por la impronta, seriedad, altura y respeto que siempre imprimió Prieto Ocampo en todas las actividades de su vida.
En lo personal recordaré siempre su férreo carácter, que no se amilanaba ante nada y además, por qué no decirlo, los agradables tragos que amablemente me ofrecía en su querida casa campo de Santágueda.
Compartimos esta hora de tristeza y dolor, pero además de orgullo y satisfacción por haber tenido cerca ese gran ser humano que fue LUIS PRIETO OCAMPO.
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