En 1989 Otto Morales Benítez, en compañía de Diego Pizano Salazar, gestaron la idea de escribir un libro que contribuyera a preservar la memoria del más importante presidente que ha tenido la Federación Nacional de Cafeteros: el manizaleño don Manuel Mejía Jaramillo, a quien los extranjeros llamaban “Mr. Coffee”. Haber tenido en Manizales y en la Cátedra de Historia Regional a Diego Pizano Salazar (profesor de la Universidad de los Andes, asesor internacional de la FNC por 25 años), resultó no solo merecedor sino necesario para conocer los retos que el liderazgo plantea desde el estudio de la historia. Uno de los primeros hechos anecdóticos por los que se hizo famoso don Manuel fue la elaboración del “reglamento de la familia”, que debía ser leído cada 8 días. Sin título profesional, gerenció el Banco del Ruiz en Manizales, vivió la época de la depresión (1929) y como buen empresario también se quebró.
Muchos desconocen que compitió comercialmente con Alfonso López Pumarejo, quien había abierto una oficina en esta ciudad. La presidencia de la Federación Nacional de Cafeteros afloró a su favor cuando el “pacto de paridades”, una especie de pacto de no agresión suscrito entre Brasil y Colombia, fue roto unilateralmente por el país vecino. El Congreso Cafetero elaboró una terna conformada por el caucano Vicente Garcés Navas, el antioqueño Jesús Echeverri Duque y el manizaleño Manuel Mejía Jaramillo. Alfonso López Pumarejo vio en don Manuel una persona que no tenía complejo de inferioridad frente a los gringos. Al posesionarse como presidente de la FNC les ordenó a sus hijos separarse de toda actividad que tuviera que ver con el café, con el fin de evitar conflictos de intereses. Gozaba de una extraordinaria reputación internacional, y a partir de 1940 robusteció su liderazgo a través de la creación del Fondo Nacional del Café, Cenicafé, y con una visión marítima que seguimos extrañando, puso a navegar la Flota Mercante Grancolombiana que estaba conformada por barcos que quedaron inactivos como consecuencia de la segunda guerra mundial, y que permitía exportar café colombiano a todo el mundo sin depender de nadie.
Pero como diría el profesor y columnista de LP Gonzalo Duque Escobar, tiene más visión marítima Bolivia que Colombia, a pesar de tener dos mares. Ante las necesidades del crédito y del seguro fomentó la creación del Banco Cafetero y la Agrícola de Seguros, y era considerado el principal consultor en temas cafeteros de los presidentes de la República entre 1937 y 1958. Pizano, en su brillante intervención, planteó el siguiente interrogante: ¿qué factores explican el gran éxito de la gestión de don Manuel? La respuesta se convierte en todo un decálogo que debe ser replicado en los escenarios gremiales, académicos y políticos no sólo de nuestro territorio sino de nuestro país: honestidad, austeridad, creatividad, claridad de propósitos, integridad personal, persistencia, discreción, conocimiento, experiencia y flexibilidad en sus posiciones.
Don Manuel aprendió a partir de la experiencia, pues solo pudo acceder a algunos años de primaria y secundaria a pesar de perder temprana y trágicamente a su padre. Sin títulos ni doctorados, pudo desarrollar y ganarse merecidamente un lugar en la historia no sólo local sino nacional e internacional. Nunca pensó en hacerse millonario y le bastaba una vida sobria en su cálida finca de Armero Guayabal, una linda casa que aún se conserva. El problema de Colombia no es la falta de profesionales sino de ciudadanos íntegros y excelsos como el café, como Mr. Coffee.
P.D. Para ver la conferencia completa ingrese al canal de You Tube de la Corporación Piedramaní.
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