En Colombia contamos con 3 elementos que los países más poderosos anhelarían tener: aire, agua y páramos. Aunque el Congreso, mediante la expedición de la Ley 629 de 2000, aprobó el protocolo de Kyoto sobre cambio climático y reducción de gases generadores del llamado efecto invernadero, su cumplimiento ha sido deficiente.
Mientras en Manizales el aeropuerto se cierra por falta de visibilidad, en Medellín se cierra porque las nubes son negras y llenas de gases (dióxido de carbono CO2) generados por la quema de combustibles. Esta grave contaminación del aire presente también en Bogotá y Bucaramanga, debería llamar la atención en el resto de ciudades como Manizales, sobre la urgente necesidad de asumir patrones de comportamiento cultural, que permitan al menos tener una buena calidad del aire.
En el último informe presentado por “Manizales Cómo Vamos” se muestra que aunque se mejoró en la medición de los gases contaminantes, se sigue estando lejos del promedio mundial establecido por la Organización Mundial de la Salud. Pero, que se haya mejorado no significa que estemos bien, pues un 70% de la emisión de esos gases contaminantes provienen de carros a gasolina y diésel. Dicha contaminación, según el informe presentado, se traduce en enfermedades cardíacas, pulmonares y unos costos por mortalidad de 18 billones de pesos.
Según datos de Efigas, la contaminación generada por un bus diésel es equivalente a 375 buses a gas natural. Así las cosas, resulta incomprensible que el alcalde Peñalosa en Bogotá haya comprado 672 buses diésel, combustible que ya encuentra prácticamente prohibido en Alemania y que además es fuente comprobada de enfermedades cancerígenas.
Siendo tan evidente el grave daño que producen los combustibles fósiles, sí es de extrañar que no existan leyes eficaces que desestimulen su uso o consumo, como sí sucede por ejemplo con los cigarrillos. Desde la expedición de la Ley 30 de 1986 (Estatuto de estupefacientes), se estableció en su artículo 17, que todo empaque de cigarrillo debe llevar en el extremo inferior de la etiqueta la leyenda: "El tabaco es nocivo para la salud".
Según el diario La Nación, de Costa Rica (mayo de 2017), en el mundo hay unas 560 fábricas que producen 6,25 billones de cigarrillos al año y cuyo consumo, genera 8,76 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono (CO2). Pero al comparar estas cifras con las generadas por la combustión de gasolina y diésel a nivel mundial, solo Estados Unidos produce 1.800 millones de toneladas de CO2 al año, lo que deja en evidencia, que la contaminación por el consumo de cigarrillos represente una cifra muy por debajo del 0,4% respecto de lo generado por vehículos automotores. Sin embargo, la cultura del no consumo de cigarrillos ha sido muy exitosa, seguramente porque su impacto en la economía es relativamente muy bajo.
Creo que debería reformarse la Ley 30 del 86, o expedirse una nueva que obligue a las empresas productoras y comercializadoras de vehículos a incluir una leyenda en todo su material publicitario que diga “el carro es nocivo para la salud”. Con un futuro no muy puro, la carrera 23 de Manizales debería convertirse en un corredor ambiental, donde solo circulen vehículos de servicio público, a gas o eléctricos.
PD: Al presidente Duque le quedan 3 años y 4 meses para construir e inaugurar el Aeropuerto del Café.
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