Para conmemorar el centenario de su creación, LP utilizó un llamativo eslogan, que ha sido objeto de profundas reflexiones en la filosofía: la verdad. El concepto de “lo verdadero” cobra mayor relevancia, cuando su titular es un medio de comunicación, en este caso, la prensa, dada la confianza que los ciudadanos depositamos en la misma. No en vano el artículo 20 de la Constitución Política de Colombia consagra como derechos fundamentales de las personas, la de informar y recibir información veraz e imparcial; fundar medios masivos de comunicación; actuar con libertad, pero con responsabilidad social y garantizar el derecho a la rectificación. Ya por fortuna en nuestro país, no se consagra la penosa institución de la censura, como sucedía con la Constitución de 1886.
Surgió el diario La Patria en una época posterior a la libertad absoluta de prensa pregonada por la constitución centro federal de 1853, la de la Confederación Granadina de 1858 y la de Rionegro de 1863. Sobre la libertad de prensa y según lo descrito por el historiador Jorge Orlando Melo, entre los años 1886 y 1948 tuvo lugar la época del “autoritarismo y paternalismo” donde lo más granado del conservatismo, buscaba acallar las voces del libre pensamiento y la información. Dichos propósitos no hubieran sido posibles, sin el decidido apoyo de los sectores más radicales de la iglesia Católica, como por ejemplo, del obispo Gregorio Nacianceno Hoyos, quien estando al frente de la Arquidiócesis de Manizales entre los años 1902 y 1921 y de la mano del gobernador de entonces Alejandro Gutiérrez, censuraban cuanto estuviera a su alcance, con el fin de preservar la moral cristiana.
Cuatro meses después de fundarse LP, falleció el obispo Hoyos, lo que sin duda le evitó fuertes dolores de cabeza al periódico de casa, que tampoco fue ajeno a los embates de la censura. El obispo Tiberio de Jesús Salazar, al heredar el báculo pastoral, también declaró al igual que sus antecesores y como causa de pecado mortal la lectura de textos, revistas y periódicos prohibidos.
Para nadie es un secreto que LP surge en ese momento histórico donde la disputa bipartidista deseaba acceder y controlar los medios de comunicación. En particular apoyando la campaña presidencial del bogotano Pedro Nel Ospina (1922-1926) pero en medio de dos generales: mientras la Gobernación de Caldas estaba en cabeza del general Pompilio Gutiérrez Arango (1918-1923), la Alcaldía de Manizales la detentaba el general Antonio Gómez Calderón (1919-1922), oriundo de Aranzazu. Estaban dadas las condiciones para que un diario de origen conservador pudiera adaptarse y consolidarse en una sociedad de profundas raíces y tradiciones conservadoras.
No obstante su origen político, quienes honradamente nos mantenemos como suscriptores de LP, vemos en su línea editorial una visión crítica y progresista de la sociedad, de un periódico cercano a los ciudadanos que reconoce el derecho a la igualdad de géneros, la libertad religiosa, el fracaso de la política de la lucha contra las drogas y la defensa de los derechos fundamentales.
Este merecido centenario de LP es agridulce, pues el listado de periodistas asesinados es tan largo que no alcanza el espacio siquiera para mencionar sus nombres, como Eudoro Galarza, Orlando Sierra o el periodista taurino Jesús José Valencia Castro, mejor conocido como “Pepe Valencia” (“Cuando suena el Clarín”). Según la FLIP, Colombia es el tercer país mas peligroso de América para ejercer el periodismo y el Centro de Memoria Histórica señala que en los últimos 60 años han sido asesinados 244 periodistas. Mi saludo también es por la preservación de su memoria. Larga vida al periodismo libre, larga vida a La Patria.
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