Estimado Juan José:
Mira como aquello que te comenté hace días en el sentido que la necedad los antitaurinos, vale decir de aquellos que se oponen no solo a la corrida sino al uso de los animales para labores de investigación, o como alimento, o para el entretenimiento (los circos) y al uso de sus subproductos para el bienestar humano, no obraban movidos simplemente por una actitud caprichosa, sino que se trataba del primer paso en un una arremetida contra el consumo de proteína animal en el mundo entero, que hoy, con las medidas que amenaza dictar el Concejo de Bogotá en lo relativo al tema del consumo de proteína animal en colegios y escuelas públicas y en cuanto a la prohibición de expender carne ciertos días de la semana, se confirma.
Resulta, y es bueno que se sepa, que muchos de los agentes que pretenden prohibir la realización de espectáculos taurinos por medio de la violencia verbal y física, y otros, los menos, generalmente esgrimiendo los argumentos más peregrinos que le puedan pasar por la mente a cualquier persona con un ápice de sentido común, no saben que están sirviendo de idiotas útiles a unos movimientos que lejos de importarles el tema taurino, lo que pretenden es fortalecer el poder y la riqueza de las industrias multinacionales patrocinadoras de este exabrupto que pretende la desaparición de la proteína animal como base de la dieta del ser humano.
Cuando yo oí esta teoría hace ya algún tiempo te cuento que me resultó difícil digerirla, pues no entendía cómo y por qué los ataques a la tauromaquia podían estar relacionados con una guerra contra el consumo de proteína animal. De hecho, nunca creí verdadera aquella aseveración de que tal persecución a la industria cárnica existiese ni que hubiese intereses tan grandes ni empresas tan poderosas que tuviesen, ni la “mala leche” ni el músculo financiero que les permitiera patrocinar campañas internacionales multimillonarias tendientes a acabar con el consumo de las diversas proteínas animales con que el hombre se ha alimentado a través de la historia. (Bovina, caprina, cerdo, mariscos, pescado y aves en general, etc.)
Y si bien como te decía antes la mayoría de activistas antitaurinos no tienen idea que grandes poderes económicos los usan para el logro de sus propósitos y se conforman con la limosna que les dan por participar en marchas y protestas, sus “superiores”, vale decir aquellos que los reclutan, los motivan y los adoctrinan si están al tanto y están a sueldo de intereses foráneos y venden su conciencia para atacar industrias nacionales que son fuentes de vida de millones de colombianos de nuestro campo y de nuestras costas.
Nunca debemos olvidar, a pesar de la propaganda que se ha iniciado tímidamente en redes sociales, pero que con seguridad irá aumentando hasta convertirse en un verdadero bombardeo de falacias y “fake news” pues les sobran los recursos para ello, que la proteína animal es lo que se denomina una proteína completa, o sea de alto valor biológico, pues aparte de aportar los aminoácidos esenciales para mantener una buena salud, es fuente de zinc que favorece el sistema de las defensas del cuerpo, hoy indispensables para enfrentar la “peste” que está atormentando a la humanidad, vitamina B12, fundamental en la prevención de la anemia y para las mujeres aporta la lisina que mejora la absorción de calcio. Y estos beneficios que anoto son solo “para empezar”. Recibe un abrazo de tu amigo el Fraile.
Añadido: Verdaderamente surrealista resulta la terquedad con que se mantienen en uso las ciclo vías de la avenida Santander, que no solo ponen en peligro la integridad física de los ciclistas sino que inducen a los conductores cometer permanentes e involuntarias infracciones al invadir, o bien la “mini calzada” de las ciclas y pisar a un emulo de Nairo, o bien el carril adyacente, so pena de chocar con el automóvil que rueda a su derecha.
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