Ha comenzado la función. El títere que tenemos dirigiendo en cuerpo ajeno los destinos del país, posó orgulloso, sin vergüenza alguna, en la plataforma de desembarque del aeropuerto, acompañado por una pequeña turba de empleados públicos, que hicieron calle de honor para recibir las 50 mil dosis que llegaron al país. Por supuesto no faltaron los oportunistas de siempre, como Martha Lucia Ramírez, vicepresidenta de este platanal, para que con vestido de carga maletas del Aeropuerto El Dorado, se tomara la foto.
Todos hicieron la pose para la foto con un signo en “V” con la mano al revés (que es distinto al que se usa para la victoria), ese que representa en el lenguaje ecuménico de las manos un insulto; es algo así como una “pistola” doble. Un mensaje subliminal e inconsciente con el cual demuestran como se burlan de esta nación y de su gente, los burócratas encargados de manejar los destinos de este país.
Si alguien esperaba más, quedó decepcionado. Si eso era lo que esperaba, está bien sintonizado con el peor gobierno que ha tenido Colombia en muchas décadas. Décadas de decadencia e inmoralidad pública; de burla a las instituciones y a los organismos de control, que para mala fortuna de los que aquí habitamos, han degradado la función pública a niveles de indecencia que no pueden ser superados.
Si se recibieron 50 mil dosis de vacunas, en un país que debe vacunar a 37,5 millones de personas, para alcanzar la seguridad establecida en epidemiología, significa que tendremos que traer 75 millones de vacunas. No haberlo hecho desde que comenzaron a fabricarlas y a distribuirlas, como en países con gobiernos distintos a este, amparados en supuestos contratos con cláusulas de confidencialidad, habla muy mal de las “manos” que nos dirigen, de los mensajes incoherentes y contradictorios que tienen entre los mismos funcionarios, sin contar con que tendremos las vacunas más caras del mundo.
Supongamos, a título de ejemplo, que un tal Iván, tiene una deuda de 75 millones de pesos. Agreguémosle que no ha pagado oportunamente las cuotas que le corresponden. Entonces para ir a hacer un abono de 50 mil pesos, lleva camarógrafos, periodistas, reporteros desteñidos y periodistas prepagados, para que muestren con eufemismos la epopeya de ese abono. No cabe duda de que estaríamos frente al más grande de los ingenuos, o al peor y mas cínico de los mandaderos que pudiere tener una nación.
Después de ver la tonta naturalidad e ingenuidad con la que presentó cómo hacer para que un buen jugo de naranja se convierta en un mal vaso de agua coloreada, nos podemos preguntar sin temor alguno: ¿No es una vergüenza para un país, tener un mandatario con tan poco talento y con esa falta absoluta de talante?
Ese fue el presidente que eligió la mayoría, con o sin fraude, legalizado en la Registraduría, encargada de hacer el preconteo y escrutinio de los votos sufragados, en lo que llaman una contienda electoral, cuando muchos colombianos piensan que tiene muchos visos de ser una covacha de trampas y componendas, donde se cambian resultados y se falta a la verdad.
Pero ese no es el presidente que se merece Colombia. Ya estamos hartos de muchos años de vida republicana en manos de inescrupulosos, que hacen del poder un negocio con el cual se favorecen minorías, a expensas del perjuicio que le causan a esas mayorías, que trabajan de sol a sol o están cerca o en la pobreza absoluta, recibiendo pírricas dádivas del gobierno, con las que dicen los ayudan, cuando la verdad se ha convertido en una forma deshonesta e hipócrita de mantener el voto cautivo.
No podemos continuar con gobiernos liberales que son conservadores; tampoco con conservadores que le fallan a sus principios y actúan con libertinaje. Tenemos que pensar en la posibilidad remota pero realizable, de una Colombia bien gobernada, con gente decente, honesta, preparada, cumpliendo la encomienda del manejo de lo público, dinero de los contribuyentes, que son los que pagan los disparates y malversación de recursos, con los que se enriquecen sin medida, a costillas del sudor de la gente trabajadora.
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