“El hombre está más alejado de sí mismo cuando habla a cara descubierta. Dale una máscara y te dirá la verdad”. Oscar Wilde
Las cartas se destaparon antes de las elecciones. Muchos de los que perdían poder, entraron en rebelión contra el nuevo presidente legítimo de Colombia. Se le unieron muchos, formando un Pacto Histórico, obteniendo votos y puestos, pero que no están identificados con su programa de gobierno, ni con la idea de una social democracia justa, participativa, decente y ética. En esa jauría de contrarios serán pocos los que actuarán con honestidad y defenderán las ideas de ese movimiento.
Su comienzo ha sido mucho mejor de lo que todos vaticinaban; lo hacían periodistas de mala reputación y peor conciencia. Lo hicieron revistas con opinadores prepago, “líderes de opinión” con precio, pero sin valores. La ética no tiene importancia para los que manejan la información como un negocio lucrativo, manipulando masas, deformando la verdad, mintiendo; apoyan las tergiversaciones, hacen eco de frasees acomodadas, fuera de contexto para hacer daño y causar incertidumbre.
Las fuerzas militares que tienen personas honestísimas, también tienen lacras que no sienten vergüenza al comportarse como delincuentes. Nuestras instituciones de defensa han sido mancilladas por personas sin honor y sin vergüenza, causando daños irreparables a las instituciones que representan. A los militares insurrectos que no aceptan el cambio, no los va a detener nada. Es una lucha sin escrúpulos y sin dignidad, en la cual priman los interese particulares sobre el bien común. Ellos no se reconocen como servidores de un Estado. Están convencidos que con la razón de la fuerza, pueden arrasar la fuerza de la razón. Harán lo que sea para crear caos y desestabilizar la institucionalidad, con el apoyo de los extremistas de derecha que no tienen ideas, pero tienen muchos intereses.
No haberse metido en el problema de Nicaragua fue una decisión acertada, cuando tenemos las diferencias por la posesión de aguas y tierras, de las que quiere adueñarse un dictador inescrupuloso, sin moral, sin conciencia; un miserable psicópata que maneja su dictadura con absoluto desprecio por todos los preceptos rectores de los países civilizados, demócratas y libres. Del mundo civilizado solo las socialdemocracias fuertes, como las europeas, los gobiernos de algunos vecinos de América, respetarán y apoyarán un cambio no violento y no traumático para Colombia. Para los demás, el caos será un manjar, que deglutirán con gula, felices, porque saben que si no hay paz, pueden esconder su podredumbre, falta de gobierno y deshonestidad.
Petro no puede caer en ese juego, cuando se mete a opinar sobre las elecciones para una nueva Constitución en Chile. Eso solo le traerá problemas y críticas de los extremistas y despojados de poder, aquí y allá. Su función es la de hacer realidad unos cambios que no dan espera en Colombia, sin dejarse carear por los que siempre se han opuesto, solo porque así minaron a Colombia durante toda su historia republicana, débil pero supuestamente democrática.
Todos saben que Uribe y su séquito de áulicos extremistas, harán lo que sea necesario para desestabilizar su gobierno. Lleva apenas un mes y lo hacen responsable de todo lo que dejaron ellos durante los últimos 20 años, especialmente con el payazo y títere que nos gobernó los últimos 4 años, en los que todo se lo robaron, lo feriaron; nada tenía valor, se podía delinquir sin pena pero con gloria, sin que les importara la suerte de millones de colombianos que viven en el olvido y la pobreza extrema; los despojados de sus tierras, los obligados a abandonarlas, para poder acrecentar la tenencia y la apropiación ilegal de baldíos, para gente que no las necesita.
Ha nombrado usted gente de altísima calidad en los ministerios y las organizaciones del gobierno, pero no puede olvidar que tiene todavía entidades en manos de personas para la que la legalidad y la honestidad vale nada. Un país que elige a un asesino y a un delincuente en el Consejo electoral, está condenado a vivir en desgracia permanente.
De manera, señor presidente, que debe tener cuidado con lo que dice y hace, porque no le perdonaran nada. Comience por depurar los inescrupulosos que lo rodean, dele la importancia real a las fuerzas armadas, con reformas humanas, que le sirvan a sus miembros. No crea en Escafs, Polos, Rodolfos, Lizcanos, ni en sus parecidos; esos sin duda serán los que le tenderán las trampas, y saldrán fortalecidos si hay caos.
“Es prudente no fiarse por entero de quienes nos han engañado una vez”. René Descartes.
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