El domingo 13 de marzo del 2022 se realizarán las próximas elecciones legislativas para miembros del Congreso (Senado y Cámara de Representantes) en Colombia. Las que se deben realizar para elección de Presidente serán a finales de mayo del 2022. Falta aparentemente mucho tiempo, pero en este país de compra indecente e impune de votos, de servilismo político, de manipulación cínica, ejecutada con cambios grotescos en los tarjetones y alteración burda de los resultados en la Registraduría Nacional, realmente es poco tiempo. Las redes sociales se han llenado de bodegueros, que hacen una avalancha de publicación de mensajes imposibles de leer, además de que representan la realidad política degradada y ordinaria que vivimos en una democracia de mentiras, en la que se hacen de verdad las cosas como no deben ser.
Cabría pensar que, con la peor presidencia en la historia de este país, manejado por encargo por el que dijo Uribe, el inexperto y poco preparado Iván Duque Márquez, las cosas van a cambiar. Eso sería lo mínimo que se podría esperar en cualquier país que no tenga una dictadura declarada o hipócritamente disfrazada en el mundo. Pero Colombia no cumple esas condiciones. Todos los organismos de control, que supuestamente están creados para controlarlo, en este país hacen parte del grupo político que ha creado la más nefasta forma de hacer el ejercicio de la política, convirtiéndola en una opereta de mala estofa, con resultados que han demostrado, han sido los peores 20 años en la vida política de Colombia.
Ahora, con la inconformidad social llevada a extremos que nunca imaginamos, la batalla política, se puede presagiar sin duda alguna, será dura, violenta, deshonesta, corrupta y carente de controles por parte de las entidades que para esos menesteres están creadas, sin que ejerzan su función con transparencia, honestidad y aceptación de los resultados si les son adversos. Estamos al parecer condenados en manos de los que nos gobiernan, el CD y sus aliados, ese racimo de partidos y “cuchitriles” políticos con personería, pero sin idearios por los que luchen, demostrando la convicción de un cimiento sólido de la política como el ejercicio de un arte noble, en un país lleno de personajes que la ejercen, que son unas piltrafas morales y éticas en lo público, sin que eso les produzca la menor objeción de conciencia, simplemente por la realidad de que la mayoría de ellos carecen de ella, conformando uniones llenas de cuestionamientos, que no son solo vergonzosos e inmorales, sino cínicos, amorales, carentes de todo límite, convencidos como están, y por desgracia no están equivocados, gozan de una impunidad e inmunidad, que viola todos los principios, esos sobre los que se levanta el andamiaje de la política como arte noble y decente, dedicado a la búsqueda del bienestar común, por encima de los exclusivos y excluyentes modos de ejercerla, que los caracterizan entre nosotros.
La realidad política está frente a nosotros, para demostrarnos con toda la falta de pudor, cuan subdesarrollados somos, cuánta indiferencia hemos tenido para enfrentar en franca lid a los ¨empresarios” del poder y sus serviles estafetas. Los que un día, hace tiempo ya, llamaron partidos dignos como el Conservador y el Liberal, se convirtieron en antros de traiciones a los principios programáticos que tienen establecidos, conformado por muchos que los han abandonado, para obtener beneficios personales, haciendo una maraña de grupúsculos politiqueros, que carecen de todo recato, principio y límite. Un país con más grupúsculos políticos, que ideas políticas sólidas para conseguir el bienestar general, está condenado a la “hecatombe” que el mayor manipulador político que hemos tenido, predijera alguna vez, con ironía y sin vergüenza.
Llegó la hora de cambiar todo el lastre político que tenemos. Estamos obligados a ejercer el derecho al voto como una posibilidad de reconciliación, progreso y paz, para acabar con el estigma que cargamos, en el que el voto ha sido el sufragio que recibe una sociedad condenada a muerte, nepotismo, violencia, inequidad e injusticia, mientras los “amos” del poder, se enriquecen sin medida y sin escrúpulo, sometiendo toda una población a una pena que no les da pena.
Y eso lo tenemos que cambiar no solo en lo local, también tenemos que hacerlo en lo departamental y en lo nacional, eligiendo personas que pasen sin problema el cedazo del escrutinio público, con unos centros de control multipartidistas, que obligatoriamente puedan ser grabados, una Registraduría controlada celosamente por todos los participantes, con escrutinios públicos, ininterrumpidos, transmitidos en vivo, sin la manipulación de muchos de los medios de comunicación, que sin vergüenza alguna, están al servicio de la institucionalización de la trampa, para que impidan las maniobras deshonestas que han caracterizado su función.
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