¿Quién se podría imaginar a Uribe, de crocs, sombrero y poncho, repartiendo panfletos a taxistas y transeúntes? Nadie. Ese tipo, @AlvaroUribeVel, nunca había hecho la labor de mensajero callejero para promocionar un candidato que no será al final el suyo, de un partido que, en decadencia, que da los últimos estertores, antes de desaparecer del espectro político.
¿Por qué lo hace? Porque está desesperado, ante la avalancha que se le viene encima, con un país en su contra, una popularidad bajísima y cayendo con unas cifras que están un poco más arriba del margen de error, cosa que nunca pensó le podría pasar en este país que ha manejado como una de las fincas que heredó de su padre, que a su vez las había heredado de su medio hermano.
Tienen de candidato a Óscar Iván Zuluaga, @OIZuluaga, pero no será ese al que terminen apoyando. Lo quemará, dentro del juego político que hace el sub judice, al cual no le han servido los oficios del mandadero que consiguió en la FGN, coordinador delegado ante la CSJ, Gabriel Ramón Jaimes Durán, un abogaducho mediocre. “Era uno del montón. Uno de muchos fiscales. No tenía la impresión de que fuera difícil tener un caso con él. Facilitaba algunas cosas de trámites. Nada destacable” (la Silla Vacía).
Fue Jaimes el que tomó la decisión de radicar ante el Centro de Servicios Judiciales del Sistema Penal Acusatorio de Bogotá, la solicitud de audiencia de preclusión de la investigación que se le sigue. Pero no ha podido lograrlo. Comparado con Miguel Ángel del Río, se nota la diferencia entre un mediocre y un abogado serio, conocedor del Derecho.
Los panfletos los reparte rodeado del escuadrón de escoltas que en forma absurda le adjudicaron, con costos de miles de millones al año, pagados por cuenta de los contribuyentes, poniendo el dinero al servicio de quien lleva años haciendo política sucia, llenándose de dinero con tierras improductivas, de extensiones inmensas.
¿Cuál es la razón para que un tipo de 70 años, lleno de dinero, con no pocas tierras que eran la extinción de dominio, todavía le dedique los días y las noches a la política baja que siempre ha manejado? Solo se puede explicar con la razón del miedo absoluto a ser juzgado, si no continúa gobernando por interpuesta persona, llámese Oscar, Fico o Rodolfo. Con Iván Duque, @IvanDuque, consiguió mantener ese poder; no pensó que ese títere lo haría tan mal; que perdería toda credibilidad y caería en picada, en un país acostumbrado a tener ídolos de barro y hacerles reverencia a personas de baja estofa, a delincuentes o a narcos disfrazados de “gente bien”, cuando en realidad son lo peor que tiene este país, llevado al fondo del pantano, por los que lo han gobernado durante años, especialmente en los últimos 20.
Ya son muy pocos los que le “comen cuento”, son fieles y no entran en desbandada ante lo evidente, exceptuando los que conforman “bandas políticas delincuenciales”, que lo siguen, por interés o por miedo. El país parece haber despertado de ese letargo de decenios, para enfrentarlo a la realidad, de que se acerca su fin. Que, siendo fin, paradójicamente será el comienzo del reconocimiento de todas las cosas que todavía no sabemos, en las cuales está implicado, porque nadie puede hacer nada en su nombre, si no es porque él lo ordena.
“Y sin embargo, siguió y el final, ha sido un lamento, una desgraciada peregrinación, un cansanción, un agotamiento donde, ni el orgullo es capaz de sostenerse, y, tiene como resultado marcar cada uno de los golpes recibidos, haciendo la cara poco a poco irreconocible, cómo las señales, en realidad, como si de un Dorian Gray se tratara, marcas admonitorias que recuerdan a modo de estigmas todo el daño que ha ido haciendo en esa desmedida carrera hacia el deseo, la ambición, el poder, la influencia, el reconocimiento, el lujo, el dinero y la fama. Esos excesos de responsabilidad van modificando su aspecto hasta que no queda nada del personaje que conocemos, hasta que el autoproclamado ídolo, temido y respetado por su poder, pero también censurado y criticado por sus semejantes, es devorado en su propio juego de falta de escrúpulos, de derrota, devastación y soledad.” (Fermín González Salamanca)
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