El Fiscal General, Francisco Barbosa Delgado, abogado de la Universidad Sergio Arboleda, tiene más cartones que un tugurio. Pero no es solo su lista de títulos, también lo es su poco aprecio por la ética, que parece ver como un embeleco sin significado, menos importante que creerse el segundo funcionario más importante de la Nación. La ingenuidad es muy bonita en los niños, pero es necedad inaceptable en los adultos. Es además carente de autocrítica y solapadamente arribista.
Dice sin sonrojarse que es la persona más inteligente y preparada de Colombia en su generación. Pero está equivocado. Tal vez sea eso en el grupo de sus compañeros de estudios, que debieron haber sido entonces mucho más que mediocres, como el que lo escogió, otro estudiante mediocre, que a dedo y con trampas fue nombrado presidente de esta dolida Nación.
Y mientras está haciendo una “muy profunda” labor investigativa contra el gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria, a quien en una demostración de su poder “omnipotente”, judicializó y capturó, contra todo lo que jurídicamente se espera en un caso como ese. Pero es necesario hacer pasar a segundo plano la “Ñeñe-política”, las evidencias grotescas contra Caya Daza, las hoy evidentes y claras irregularidades con las que fue escogido como presidente; conocido no por su buena gestión, sino porque tiene #LaHoraDeIván, con la que trata de dar cátedra, en un tema que desconocía por completo y en el cual tenía virginidad de conocimiento, cuando se presentó el covid 19, para demostrarnos que es un improvisador, un neófito, que tiene menos audiencia que “El minuto de Dios”.
Por otro lado el Contralor General, Carlos Felipe Córdoba Larrarte, escogido por los congresistas que lo necesitaban en ese cargo. Remplazó a Edgardo Maya Villazón. Ha realizado una aparente buena labor: “Embargos a 3 y alertas a 26 gobernadores y 67 alcaldías por presuntos sobrecostos y ambigüedades contractuales, en cuantía que supera los 50 mil millones de pesos. Todo en Colombia es presunto, aunque ya no se presuma.
Los dos se fueron a San Andrés en el avión de la Fiscalía, “un Learjet-60 con número FAC 1216. Barbosa fue acompañado por su esposa, la hija y una amiga de ella, en un puente”. Dicen que “fueron en misión de trabajo conjunto”. Pero según registró Noticias Uno, “se denunció que los altos funcionarios y sus acompañantes estaban de
paseo y por recreación”. El Fiscal dijo en rueda de prensa en la isla, que estaban en “un acompañamiento en todo el tema de la mesa anticorrupción”; se comprometió “con el señor contralor a llevarle un mensaje al presidente de la República para que analice las circunstancias de la isla de San Andrés”.
Se hospedaron en el Hotel On Vacation de Carlos Londoño, mientras en la isla se cumplen más de 3 meses sin ingreso de turistas. Según eje21.com.co: “La periodista Cecilia Orozco denunció en El Espectador, los ascensos de las esposas del Contralor General y el Fiscal General de la Nación. En efecto, despacha en un alto cargo de la Fiscalía general la esposa del Contralor. Y la esposa del Fiscal General, se desempeña en una alta posición de la Contraloría General…”.
La indignación en las redes sociales no se ha hecho esperar. ¿Qué resultará de todo esto? Nadie lo puede anticipar por ahora, en un país convulsionado por la pandemia; la corrupción que es igual o peor que ella; el deterioro que todavía es incalculable en las condiciones de vida y trabajo de la gente. En fin, la política que se supone es el arte de gobernar a los pueblos se ha metamorfoseado y convertido en una actividad pestilente y poco noble. De seguir sin cambiar, iremos sin retorno al abismo institucional.
Ya se está pudriendo la “economía naranja”, solo nos falta el #DíaSinIVÁn.