Las abejas liban miel de las flores y les agradecen con sus zumbidos cuando se van.
La ostentosa mariposa cree que las flores se deben las gracias a ella.
Rabindranath Tagore
Durante mucho tiempo no sabíamos que era. Lo compararon con un cerdo, un simple marranito, que se limitaba a gruñir su ¡oenc, oenc! Solo sabíamos que volaba por todas partes, seguido por muchos; que se desplazaba de norte a sur y de oriente a occidente volando, pero no por sus propios medios, sino con la utilización de grandes y tripulados aviones, en los que cabían muchos que solo sabían aplaudirle sus improvisados, aparentemente elocuentes, pero falsos sonidos de parlanchín insurrecto.
Para nuestra sorpresa, según la enciclopedia, la lepidopterología, (del griego antiguo λεπίδος (escama), πτερόν (ala) y -λογία -logia) es una rama de la entomología relacionada con el estudio de las polillas y las tres superfamilias de mariposas.
Pero para hacernos reír con el mal chiste y el pésimo ejercicio de los que se encargan de ponerle nombres a los animales que descubren, el biólogo Gonzalo Andrade, nombró así a una nueva subespecie de mariposa, descubierta en Nariño. Lo hizo en Leticia, Amazonas, en la “Comisión Intersectorial del Gabinete Presidencial para la Acción Climática”.
Lo cierto es que Iván Duque Márquez pasará a la historia el próximo domingo como el peor presidente que ha tenido Colombia, con esa falsa apariencia de país “democrático”. Eso sin importar que haya ocupado esa posición, gracias a un entuerto nunca aclarado del Registrador de la época, Juan Carlos Galindo Vacha. Tampoco importa que se haya ido a lloriquear detrás de bambalinas a su mentor y titiritero Álvaro Uribe Vélez. Mucho menos importará para sacarlo de su ostracismo, el hecho de que haya gastado más de 48 mil millones de pesos en hacerse publicidad, para presentarse como lo que no era, aparentando en los medios de comunicación serviles y afines a él que era un gran ejecutor de obras, hombre curtido en política, el personaje que cambiaría nuestra historia.
La cambió, sí, pero lo hizo para bien y para mal, lo que pareciendo contradictorio y paradójico no lo es. Con él volvimos a las épocas más violentas que ha tenido este país, con muchas personas, civiles la mayoría, no pocos militares y policías, pero escasísimos terroristas muertos o dados de baja, en una lucha que prometía sin vergüenza alguna, libraría contra la corrupción, esa que perdió, sin que le importe mucho, ahora que se va de un puesto que no merecía, para el cual no estaba preparado, en el que solo improvisó, dio grandes muestras de un profundo desprecio por la institucionalidad y por la ley, amparado en el beneplácito que recibía de los servidores que están en entidades que siendo entes de control actuaron como si fueran sus subordinados o aliados, rompiendo con el orden político y la natural estructura de un Estado, con poderes y contrapoderes.
Lo recordaremos por siempre como un improvisador, poco preparado en temas económicos; alguien con un total desprecio por la legalidad, haciendo lo que quiso, como quiso, sin importar el daño que causaba, ni las consecuencias que esos actos tendrían en nuestro presente, sin que podamos olvidar que dejó comprometidos billones del presupuesto en planes que no han comenzado a realizarse, carecen de estudios suficientes, o están mal presentados, dejando una deuda que triplica la que recibió, sin que eso le importe, porque su función era la de repartir botines, no la de construir una nación digna.
Igual que su padre Iván Duque Escobar, Iván Duque Márquez demostró su indolencia e incapacidad para tomar decisiones, que terminan siendo tragedias para muy buena parte de la población colombiana, sometida a la pobreza, el olvido, la falta de empleo, vivienda y la posibilidad de una vida digna. Su progenitor no podía evitar la erupción del volcán Arenas, pero pudo, si hubiera querido, prevenir sus consecuencias, esas que por su desidia e indiferencia dejaron miles de muertos en la tragedia de su erupción. El hijo deja una voladura de todos los males que puede tener una nación y que hacen estragos por todas partes, en lo político, lo económico y lo humano.
Chao Duque. A volar se dijo, mala mariposa y peor polilla.
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