La política es el arte de impedir que la gente se meta en lo que sí le importa.
Marco Aurelio Almazán, escritor
Al fin cesó la horrible noche. Comienza un nuevo amanecer, debemos estar preparados para el cumplimiento de un nuevo día, que algunos quieren que sea peor. Enfrentamos un cambio de paradigmas institucionales que han sido desaforadamente corruptos. Clanes de politiquería que nos han tenido en el abismo, desde esta democracia endeble y manipulable. Tenemos la posibilidad de construir un país decente, con políticas claras, incluyentes, consensuadas, unidas en principios y no en intereses particulares o de grupos, que intentan mantenerlo, aún en los estertores de su final desafortunado y deplorable.
El futuro de Colombia no es ese mañana, es ahora. Comienza una reedición desde los cimientos de lo que podría ser este país maravilloso, si es gobernado por gente honesta, que no tenga en la política el filón inagotable de su riqueza mal habida, sino el verdadero cumplimiento de lo que es la política como arte, que es servir a los pueblos para su bienestar y desarrollo, sin diferencias de clase, estigmatizaciones, persecuciones por diferencias ideológicas; sin mezquindades de grupos que lo han manejado para su provecho; un país sin trampas, engaños ni violencia.
Necesitamos romper los paradigmas que fueron una constante histórica, en un país desbordado por la corrupción, la indolencia, el hambre, la pobreza, el olvido de los necesitados, la injusticia, el desprecio total por la legalidad y la igualdad de oportunidades. No podemos retroceder, porque la vida siempre va para adelante, aunque tengamos que mirar para atrás, para saber cuáles han sido los estigmas que nos convirtieron en un país subdesarrollado en la distribución de la riqueza, el respeto a los dueños de la tierra, arrebatada con violencia por escuadrones de desplazadores, para imponerse con violencia, a falta de elementales principios y comportamientos civilizados.
La muerte violenta no puede seguir siendo la que determine nuestra libertad e independencia. Los violentos, los estatales y los paraestatales, los insurgentes, negociantes de terror, tienen que comprender que ellos también tienen familias, hijos, padres y madres, amigos a los que les dieron la espalda, llenando el país de desolación, miedo y violencia.
El rechazo a la clase política tradicional, a los clanes de poder enquistados en regiones que manejaron sin escrúpulos, ha sido demostrado en la elección entre dos grupos. La Liga Anticorrupción, que paradójicamente era liderada por un corrupto, contra el Pacto Histórico. Ganó la unión de diferentes corrientes, que demostraron el rechazo a los clanes políticos tradicionales, que manipularon todo durante décadas.
Pero esto es solo una batalla ganada. La guerra contra las causas de “la hecatombe” ya realizada, tiene que ser realidad, con un país incluyente, respetuoso de las leyes y la Constitución, preocupado por acabar con la pobreza, sin personas que mueran de hambre, sin niños y jóvenes ajenos a las oportunidades de educación, sin campesinos desplazados que perdieron sus arraigos.
El país no resiste más violencia, estigmatización de contrarios, terrorismo, gobiernos malos dirigidos por improvisados presidentes, sin conocimiento, sin vergüenza, sin recatos y sin decencia. Necesitamos gobernantes serios, no expertos en cabecear, principiantes en tocar guitarra, ni ladrones que se enriquecen y esconden el dinero mal habido en lugares en los que creen nunca serán puestos al descubierto.
El país necesita entes de control que cumplan su función, no que acoliten al tramposo de turno. Una Fiscalía que sea al fin decente y honesta, reconozca los méritos de los que ejercen sus funciones con dignidad y respeto a la ley. Una Procuraduría seria, que respete a sus buenos funcionarios, no ese centro de acopio de trampas y burlas a la ley.
Con respecto a Gustavo Petro, confiemos en que lo haga bien. Que cumpla sus promesas, que sea cierto que combatirá el hambre, se preocupará por los menos favorecidos, protegerá al campesino e incentivará la agricultura. Que sea de verdad su lucha contra los corruptos, contra los que desfalcan el Estado. Que comience la transición a energías limpias y se sintonice con el cambio climático. Que impida la invasión de las reservas naturales y dignifique el ejercicio de la política, como un empleado de los colombianos.
Estaremos vigilantes y denunciando cualquier irregularidad que se cometa en contra de nuestro país. Él quería ser nuestro presidente, nosotros queremos que cumpla sus promesas, sin populismo, sin repetir los errores de algunos tiranos que nos rodean.
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