Todo el mundo, en cualquier cosa que haga, ha sido alguna vez un principiante. Todos lo hemos sido, sin excepciones. Solo el paso del tiempo, las inevitables e imprescindibles curvas de aprendizaje, el bagaje recogido durante el proceso de maduración, con éxitos y fracasos, hacen que cualquiera, en cualquier actividad humana logre acumular experiencia. Con ella, si se aprende de los errores y no se deja de luchar después de los fracasos, se puede seguir adelante, porque “fracasar no es morir. Fracasar es saber que la victoria puede ser reconquistada, pero solo esta al alcance de los que tienen la energía para recomenzar a diario”.
Pero como toda regla, “cualquier cosa” tiene excepciones. No se puede ser un principiante sin experiencia, carente de sólida formación académica, decantado en las aguas turbulentas de la función pública, para ejercer la primera magistratura de un país. Un país no puede estar al mando de una persona que carece por completo de formación, para desempeñar la Presidencia de la República y gobernar un pueblo.
No se puede ser presidente solo porque se saben recitar de memoria los discursos que le hacía oír su padre, a un hijo al que quería formar distinto a lo que fuera un “Turbayista” clásico, o “un oído sordo” al clamor de un alcalde que pedía intervención ante la inminencia de la erupción de un volcán que dejaría en “arenas” un pueblo, con muchos, miles de muertos, por la desidia y el desdén con que se toman los problemas ajenos desde las privilegiadas posiciones de poder. Y estamos hablando de un hombre del que se podía decir sin lugar a dudas, tenía una solida formación académica, con una basta y larga experiencia como político.
Pero estamos en Colombia, este paraíso tropical que se desangra desde la conquista española, se vuelve deforme con su legado de “república bananera”; continúa con mandatarios con dependencia, sin determinación, aparentes pacifistas que se dejan quitar a Panamá, pagada con el poder de los poquísimos dólares que dieron por ella, para no arrancarla a la fuerza, que es lo que suelen hacer los “poderosos” cuando no tienen una idea clara, sana, equitativa y honesta de un mundo que va mas allá de sus nuevas murallas, con una deformación total de lo que es el poder. Son esos que creen que todo se puede comprar y cuando no lo logran, entonces se inventan guerras que destruyen países enteros, con los que justifican sus “acciones solidarias de paz”.
En esa Colombia politizada, llena de carteles con la más pobre y deshonrosa concepción de la política, que se venden al mejor postor por el más barato de los precios, porque tiene eso: son comprables y no son caros; llena de carteles de la droga, que convirtieron por años este paraíso en un infierno dantesco, con muertos y desplazados. No importa que con sus actividades de ganadería expansiva, monocultivos y destrucción de la naturaleza, dejen una estela de tierras inútiles, que son improductivas y llenen las ciudades de desplazados, sometidos a la indigencia, la soledad y la tristeza que produce el desarraigo.
Sobre eso escribió con inigualable sabiduría Simone Weil en su libro Le Desenreichament: “Echar raíces quizá sea la necesidad más importante e ignorada del alma humana. Es una de las más difíciles de definir. Un ser humano tiene una raíz en virtud de su participación real, activa y natural en la existencia de una colectividad que conserva vivos ciertos tesoros del pasado y ciertos presentimientos del futuro. [...] El ser humano tiene necesidad de echar múltiples raíces, de recibir la totalidad de su vida moral, intelectual y espiritual de los medios de que forma parte naturalmente».
El problema es que no podemos seguir al mando de un aprendiz, que no ha aprendido nada, excepción hecha, hay que reconocerlo, que ensayó y ya es experto, en presentar el programa más aburridor de la televisión mundial “La hora de Iván” que desplazo sin pena, ni gloria al por décadas “El minuto de Dios”.
Un presidente no se puede nombrar a dedo, por ser obediente y comportarse como un títere de quien lo maneja, un “innombrable” personaje sin cueros, conocido ahora como el # 1087985.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015