La información es muy poco precisa. No tenemos idea de cuántos son los reales contagiados. Mucho menos cuántos han muerto sin que les haya sido diagnosticada. La indisciplina y falta de solidaridad de algunos, han causado estragos que no alcanzamos a ver en su verdadera dimensión.
La gente está confinada, con todo lo que eso representa. Se aplaude al personal de salud, pero lo estigmatizan, como si el fuera el responsable de la situación que nos llegó, por las medidas no tomadas en China, cuando debieron poner a todo el mundo en confinamiento hasta estar superada la situación. No. Ellos dejaron que viajaran miles de personas a ese país y permitieron la salida de los que con seguridad expandieron el virus.
La historia es conocida. La forma de expansión será motivo de una discusión que se tiene que dar para saber la verdad de lo que ocurrió, de cómo el virus infestó a los humanos. Las cifras son desoladoras. El número de muertos va en aumento y las medidas para controlarlo parecen ineficientes, habida cuenta del desconocimiento que se tiene sobre el mismo, la falta de protección para las familias, las personas, el personal de la salud.
Para China y su presidente el dictador Xi Jinping, los muertos de Wuhan, en Hubei, no representan estadísticamente nada. La tragedia de algunas familias chinas, les importa poco, en un país en el que ya no están vigentes los principios milenarios que tuvieron; tampoco se respeta la vida en un país que ha demostrado solo estar interesado en dominar el mundo, en lo económico y lo político, con la solidaridad de sus socios oportunistas. Un virus y sus parásitos.
El daño causado es de magnitudes insospechadas, su duración es incierta; el futuro estará atado al peligro de nuevos picos de infección, sin que eso les importe mucho, en una ciudad que con bombos y platillos abrió de nuevo sus puertas, para demostrar que ellos tienen el poder y el dinero para hacer lo que quieran con el mundo. Eso no es comunismo. Eso es política de dictadores sin tripas.
Para completar, nos encontramos con la torpeza de dirigentes como Trump en USA, López Obrador en México, Bolsonaro en Brasil, Piñera en Chile, Maduro en Venezuela. Sumémosle la estulticia del gobierno de El Salvador y la de otros “líderes” y tenemos el cuadro completo de la poca importancia que tiene para algunos la vida, la salud y el bienestar de sus conciudadanos.
Se reclaman respiradores y camas en UCIs, se decreta la obligación del personal de salud para atender la situación, sin que se le entreguen medios de protección adecuados. Los califican como héroes en el papel, pero les hacen un cerco en la vida real. Solo entenderán su equivocación, cuando por azar, indisciplina o infortunio, tengan un familiar contagiado en peligro. No podemos seguir politizando y segregando a nuestros congéneres, con disculpa alguna, aquí no vale la diferencia de credo, color de piel o nivel económico. Eso a sabiendas de que los más pobres, son los que terminan pagando los platos rotos de la improvisación y la desigualdad. Ante esta realidad, todos somos iguales. Pero toda tragedia tiene un lado positivo, algo que deja enseñanzas. La respuesta de la naturaleza, ante el confinamiento del animal humano, ha sido inesperada: aire limpio, renacer de ríos, reaparición de especies que se creían en vías de extinción.
En Colombia todavía no sabemos a ciencia las consecuencias. Vemos con indignación, que para algunos la tragedia de otros es una cuestión de política, de estrato socioeconómico, de diferencia insalvable de clases, de perdida de valores, de solidaridad y compasión con el que está enfermo o contagiado. Somos un remedo de país en el que la solidaridad vale poco, la preocupación por nuestros hermanos está condicionada a sus creencias o filiaciones políticas. Se están enriqueciendo grupos de inescrupulosos, a expensas de la tragedia de nuestros hermanos.
No podemos tolerar más discriminaciones. De esta salimos todos, o todos nos ahogaremos, como náufragos de un país indisciplinado y no solidario.
¡Quédese en casa! Recupere valores perdidos en familia. Demuestre que los vecinos le importan y que usted no quiere ser otra víctima.
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