Hoy tenía tantas cosas para escribir, sobre esa política aborrecible y detestable, a la que dedico tantas líneas, que tuve una especie de corto circuito cerebral, algo así como una ausencia de pensamiento. No es que no supiera que decir, era que no sabía cómo comenzar. Entonces respiré profundo, me tomé el tiempo que se necesita en esos momentos en los que se tiene todo y nada, y decidí hacer una especie de colcha de retazos. Sí, una colcha de retazos, sin hablar de política, tejida con algunas palabras que escribí en el pasado, esas que vienen y se aglutinan ahora en mi memoria y vuelven a hacerme sentir la sensación de intemporalidad que tenemos, porque aprendí que no existen ni el nunca, ni el siempre, porque siempre es casi nunca y nunca es casi siempre.
Entonces me acordé de las palabras que dicen en El Collar de la Paloma: “Sé perseverante, porque el agua horadará la roca a fuerza de caer sobre ella. Prosigue y no desmayes, y ten en mucho lo poco conseguido, pues la llovizna no es abundante y, sin embargo, cae...”.
Me acordé de un hecho que, por simple, pasa desapercibido, una buena máquina de fotos tiene la mejor memoria y vuelve inolvidables los recuerdos. Me llegó una carta que no era para mi. La conteste así: “No. Discúlpame. Probablemente estás equivocada. Yo soy un hombre, un peregrino que va caminado su camino, que ve, escucha y lee. Que si puede ayudar tiende la mano. Si tiene que alabar lo hace con gusto, pero si tiene que criticar lo hace sin tapujos. No sirvo para la adulación o la crítica que sea ajena, ni me importan mucho cuando es contra mi. Trato de ser amable, aunque no lo parezca. Me mantengo en mis principios, pero no voy por allí, aplastando a otros. Digo lo que pienso, como lo pienso, tratando de ser coherente entre lo que pienso, digo y hago. Creo que fue un error. Olvídalo”.
Y siguió la vida. Lo guardaré entre estas líneas, que tengo en cientos de páginas que he escrito, como un Haiku sin renglones, que nadie pueda tocar: “Noche oscura, luna llena al nadir, es madrugada”. Todo seguía igual, de pronto se vino a mi memoria como si lo hubiese pensado hoy, cuando alguien me dijo de su realización completa cuando se amaba a sí misma, en la mente de otro.
Le contesté: “¿Amarse en otro? ¿Depender? Nadie puede ser más importante que alguien. Alguien eres tu. Nadie es nadie. Busca el amor en ti misma, no en la imagen deforme y reflejada que te dan los espejos-hombres a los que encargas de tus sentimientos. Pareces una princesa, buscando convertir sapos, que crees encantados, en príncipes azules. Siempre las princesas serán princesas y siempre los sapos serán sapos.”
En una página que para mi infortunio borraron de internet, en la que escribía mis poemas. Una poetiza a quien no conocía estaba triste. Le escribí: “¿Sabes acaso en donde nace tu tristeza? ¿En cuál fuente se nutre? ¿Por qué la mantienes tan viva y tan negada? Por una sola pista que revela que tu dolor está vivo: “Nunca fue nada”, “No queda nada”, pienso que siempre fue todo y queda algo. Mira a tu alrededor, puedes tenerlo atrás y no verlo cuando giras, porque gira contigo y sigue a tus espaldas. Que al leerlo entiendan de tu amor, pero guarden tu secreto. Seremos confidentes en los versos. Ni una palabra más. Solo silencios”.
Y continué: “Seguí tus instrucciones. Te mire una vez, me colé por tus pupilas, te trague completa. Desde ese momento voy con disfonía, lanzando cenizas en cada palabra. Por mi boca sale ahora tu fuego. ¿Tu ves estrellas?
Deja que las palabras se mantengan como hijas de su dueño, que vean a sus autores como sus padres verdaderos, que para escribir no se necesitan de los prostíbulos de los plagiarios, pues no hay palabras huérfanas, ni las palabras ajenas necesitan que las adopten. Escribe lo tuyo con dignidad y sin recelo, siempre será mejor que lo copiado y será tuyo.
Dicen las malas lengua, que suelen ser muy buenas, que mañana será viernes, porque hoy es jueves. Me contó un caminante que viene haciendo el recorrido desde el sábado de la semana pasada, que está feliz de haber encontrado un amigo el domingo. Recibí el pago del trabajo que hice el lunes y lo gasté el martes en la noche. Ya no tenía algo el miércoles. Hoy es jueves, mañana viernes voy a escribir un poema y el sábado una carta. el poema será sobre el domingo y la carta la entregaré al cartero el lunes venidero.
¡Feliz semana!
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