Si hay algo que haya sido violado, manoseado, alterado, dañado y destruido por la acción del más depredador de todos los animales, el humano, es sin duda la naturaleza. Sin embargo, sin reparos la dañan muchos, con falta de conciencia, sin que respondan por sus actos, cuando la alteran, en una degradante alegoría a lo peor que tenemos como representantes del género humano. Dicen que somos “Homo Sapiens”, cuando en realidad actuamos como “Homo Predator”.
Ya vemos los efectos que ha producido esa degradación a la que ha sido sometido nuestro planeta, sin una conciencia real que sea generalizada y universal de promotores del cuidado por los recursos que nos rodean, convirtiendo grandes extensiones en depósitos inmensos de contaminación, materiales no biodegradables, basura y desechos que muestran la depredación de las riquezas naturales, en una sociedad conformada por la única especie que necesita acumular recursos y tener despensas abarrotadas de productos que llamamos vitales, sin preocupamos por mantener el ambiente como proveedor, creyendo que su capacidad era inagotable y que la explotación de suelos, ríos y mares, podía hacerse en forma desmedida, sin que imagináramos que llegaríamos a los estados que hoy tenemos de escasez, con la esterilidad de suelos, desiertos inmensos, ríos que agotaron sus causes, mares que se crecen con el deshielo de los glaciales, arrasando lo que se encuentren a su paso en el vaivén de las olas embravecidas.
El daño irreparable no parece importarles a los que siendo encomendados, actúan como reyezuelos y tiranos, haciendo una alegórica demostración de un poder que produce todos los días más daños y da menos soluciones a los problemas que tenemos los que habitamos este mundo, sin que actúen los organismos de control, creados para que ejerzan con determinación su función, dejando todo al azar que nos espera en un futuro que ya no es lejano.
La pobreza aumenta todos los días, se evidencia la falta de sentido humano con poblaciones enteras que tienen hambre y sienten sed, en territorios que han sido explotados sin tener en cuenta el daño que se causa con ello; agregando a la miseria, la falta de alimentos y mínimos vitales, la inaceptable pero normalizada vida de desarraigo con poblaciones enteras que son desplazadas por los nuevos y desgraciados colonizadores, que se apropian de tierras y baldíos, sin que exista una autoridad que les ponga freno.
Eso esta pasando a nuestro alrededor, sin que tomen las medidas necesarias, los entes ineficientes que son fortines burocráticos y políticos, pocos amigos del común de la gente, que se ve sometida al caprichoso destino que le trazan los acumuladores de riquezas, explotadores insaciables de recursos naturales, empresarios nacionales y extranjeros que hacen mega minería y explotación de nuestros recursos naturales.
Aquí, entre nosotros, en este departamento localizado entre montañas, valles y ríos, tenemos la clara demostración de la ineficencia de los que lo manejan, sin que eso produzca una masiva reacción de rechazo que les impida actuar como lo hacen. El bufón que es burgomaestre de la ciudad capital tiene la obsesión de un cable vía costosísimo e innecesario, para conectar una zona de la ciudad que no lo necesita, sin que le preocupen los cinturones de miseria que se levantan en las laderas, ni le importen a alguien, dejándolos en el olvido, como si no existieran. Para completar el desafuero del destino de los recursos públicos, el que tiene las riendas del departamento dijo sin sonrojarse que su construcción era una necesidad urgente e inaplazable.
No contentos con esto, los que gobiernan por encargo, enceguecidos por el poder temporal que tienen, no toman mediadas que impidan la minería y sus devastadoras consecuencias, además de darle una importancia que no tiene a la construcción de una hidroeléctrica, la Miel II, que es innecesaria en una región a la que no le hace falta, en un país que exporta energía. No podemos esperar mucho de personas que carecen de sentido común, de conciencia social y ambiental. Los gastos serán inmensos, los beneficios nulos y los daños irreparables.
Tenemos que decir no a la minería, y mandar a la “miel-da” esos proyectos sin beneficios, con costos inaceptables, en medio de esta situación de pobreza, desigualdad y mal gobierno en la que viven nuestras regiones.
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