A León Valencia el país lo conoce por ser parte de las personas que denunciaron el paramilitarismo en Colombia y sus vínculos con cierta clase política, también se le recuerda como un guerrillero que se reincorporó a la vida civil y optó por la academia como opción. No obstante, es también escritor y su más reciente novela, La sombra del presidente, es la tercera de su carrera literaria.
En esta aprovecha sus conocimientos sobre la guerra del país, de la que se ha vuelto agudo analista para escribir este trabajo que es la radiografía de la violencia. En formato de ficción escribe sobre un antioqueño hecho a pulso, que ha escogido la carrera política para ejercer su ambición de poder. Un hombre que muy joven llega a la Alcaldía de Medellín, en donde tiene un paso fugaz porque empezó a ser incómoda su amistad con una familia de narcotraficantes.
Luego aprovecha la elección popular para hacerse elegir gobernador de Antioquia y, en la medida en la que un presidente de la República fracasa en su intento de lograr la paz con la guerrilla más vieja del continente, aprovecha para imponer un discurso duro, de mando y autoridad, para alcanzar la Presidencia.
En la Presidencia se queda dos periodos y fracasa en su intento de lograr un tercero, y poco a poco empieza a desprestigiarse, al ver a varios de sus subalternos en la cárcel, al traicionar a líderes paramilitares a los que había convencido de hacer la paz, y de casar peleas con varios frentes: cortes, grupos políticos de izquierda, presidentes vecinos, la clase dirigente bogotana, entre otros.
No, ese presidente no es Álvaro Uribe como muchos creen. Ya les dije que es una ficción, se trata de Echeverri. Así que si ustedes deducen lo contrario no fue lo que yo les conté.
El otro protagonista es Carlo Ferraro, que se hizo amigo de Echeverri desde muy jóvenes por circunstancias de la propia violencia. Mientras el primero siguió su actividad política, el otro se fue acercando peligrosamente a grupos violentos que buscaban combatir a la guerrilla que se había crecido y cometía actos violentos. Por petición del presidente termina de intermediario con los paramilitares para que se acojan al proceso de justicia y paz, y es quien debe ultimar al máximo jefe de esa agrupación que se oponía a acordar con el Gobierno.
No obstante, termina como los jefes máximos de las autodefensas extraditado. Durante una década en una cárcel de Estados Unidos tiene tiempo de pensar en cómo recuperar el tiempo perdido al lado de su familia.
Sin embargo, la novela va y viene entre generaciones de los Ferraro y los Echeverri. Por momentos se puede perder el lector, pero fácilmente vuelve a coger el hilo. Hay algunas partes en las que se siente que hay demasiado espacio para contar anécdotas que no inciden finalmente en la parte principal de la obra, pero deberán ustedes leerla para ver si llegan a la misma conclusión.
Les adelanto que la novela termina muchos años después de que Echeverri dejó la Presidencia y en un reencuentro de los examigos en circunstancias muy diferentes. De alguna manera es un final esperanzador, pero deberán descubrirlo ustedes, para que Hablemos de Libros.
En frases
* La ruana, un bambuco que siempre suscita emociones en los antioqueños entrados en años.
* El centralismo bogotano que se arroga el derecho de decidir el destino de todas las regiones sin consultarlas.
* En el amor y en la desdicha está completamente desnuda el alma.
* No somos un país que se deshaga en admiración por sus líderes o por sus glorias artísticas o deportivas. El fervor por una persona es temporal.
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