Fernando-Alonso Ramírez
@fernalonso
La historia nos la han contado más o menos así: el conocimiento del que bebió el mundo en su historia viene de la antigüedad, de allí pasó a los griegos, siguió con el imperio romano, cayó Roma y hubo mil años de oscuridad, hasta el Renacimiento con principal asiento en Florencia. No obstante, lo que hay detrás es el olvido de mil años de historia, tiempo en el que por lo menos siete ciudades se destacaron por irrigar el conocimiento, del que después se nutrió justamente el Renacimiento.
Esas ciudades fueron los hilos conductores de una tradición del pensamiento, lugares en los que la preocupación por saber permitió el desarrollo de procesos, la conservación de textos y la difusión de las ideas, así a veces no fueran las más populares.
Con base en esta premisa, la académica Violet Moller emprende una búsqueda por la que ha llamado La ruta del conocimiento, título de su libro, en el que explora la historia de cómo se perdieron y redescubrieron las ideas del mundo clásico. Lo que hace la investigadora es seguir el camino de siete ciudades clave, que permitieron conectar las ideas del mundo antiguo con el clásico. Para ello, se adentra en las huellas perdidas de lo que sucedió en ciudades clave para mantener vivos los conocimientos: Alejandría, Bagdad, Córdoba, Toledo, Salerno, Palermo y Venecia.
En tres campos hace especial énfasis la autora para mostrar cómo fue el aporte que hicieron estos lugares para que quienes tuvieran buenas ideas o desarrollos científicos fueran acogidos y apoyados para lograr los resultados. Se trata de las matemáticas, de la medicina y de cómo hubo ciertas obsesiones en algunos gobernantes y estudiosos por explorar más sobre los males del cuerpo y de la mente de la humanidad, y de los libros. Estos antes eran papiros que se tenían que reescribir una y otra vez antes de que se borraran, para luego llegar a hasta la producción mecanizada en Venecia, en donde tomaron la imprenta de Gutemberg y le aportaron unas capacidades que la potenciaron como industria del libro, con la posibilidad de fuentes diferentes, con la inclusión del grabado, entre otros avances.
Porque son los libros los que llevan las ideas de un lugar a otro. Tener libros, buscarlos en los lugares que fuera necesario era una forma de ganar respeto, también de conocer cosas que otros no sabían, y esto motivó a muchas personas a ir hasta donde fuera necesario para obtener las copias de los que en ese entonces ya eran incunables. La llegada de los libros a varios de estos lugares, el esfuerzo por traducir las obras y la idea de crear escuelas de conocimiento aportaron a esta tarea.
Se destaca en cada una de estas ciudades un valor que es clave en el desarrollo de las ideas, la apertura. Brindarles la posibilidad a los extranjeros de llegar a ese lugar, abrir espacio para los perseguidos, ser tolerantes con las ideas religiosas y también con las innovaciones que permitían abrir la mente y entender un mundo cada vez más ampliado. Qué falta nos hace por este tiempo este valor.
Esos rasgos comunes en varios de estos lugares nos demuestran que en la posibilidad de mezclarnos con diferentes, en la decisión de quitarse de encima prejuicios que abundaban en la época, se dio la clave para que las ideas no se perdieran por mil años como nos han hecho creer, sino que fueron las ciudades guardianas de estas y las pasaron a las nuevas generaciones. El asunto es que algunos han intentado borrar esos tiempos, porque tendrían que agradecer a moros buena parte de esa conservación y del desarrollo.
Interesante conocer que Venecia, conocida por sus posibilidades comerciales, fue un refugio para quienes huían de la persecución ante la caída del imperio romano, y que se podría decir fue el primer lugar en donde se entendió la investigación aplicada. Los famosos mercaderes de este lugar fueron también importantes para la ciencia, pues para ellos las ideas tenían sentido si provocaban utilidades, si servían para hacer más rápido una tarea o para producir más cosas. Esto fue fundamental para que hombres de negocios apoyaran causas de investigación. No eran mecenas, eran inversores, como un personaje de nombre Aldo, que resultó ser importantísimo para la industria del libro.
En fin, una historia maravillosa de las ideas, además con ilustraciones y fotografías que nos ambientan, que bien vale la pena conocer. Los invito a que lo hagan y #HablemosDeLibros y de la historia de las ideas.
EN FRASES
* En Bagdad, Harún fundó la Bayt al-Hikmah (la Casa de la Sabiduría) para albergar esos libros y a los estudiosos encargados de trabajar en ellos.
* La gente se dedicaba a charlar y a intercambiar chismorreos, convirtiendo aquellos lugares en animados centros de información, equivalentes a los periódicos y las cadenas de televisión de la época.
* Durante esta época -822 al 852- se desató un acalorado debate sobre si el libro podía sustituir al maestro como medio primoridal para alcanzar el conocimiento.
* Los diccionarios, las gramáticas y otros manuales lingüísticos fueron un aspecto crucial para la difusión de los conocimientos.
* Los ideales humanistas estaban muy bien, pero él tenía que mantener su imprenta a flote.
* Los dos grandes descubrimientos del siglo XV, el Nuevo Mundo y la imprenta, resultaron catastróficos para la suerte del Islam.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015