No conocía a ninguno de los dos premios Nobel que fueron reconocidos este año. Ni al austriaco Peter Handke ni a la polaca Olga Tocarczuck y la tarea es leer algo de ellos para entender las razones que los ponen este año en el panorama literario universal.
Empecé por Handke. Me queda pendiente Torcarczuck. El asutriaco no es un escritor para las masas. Las dos novelas que acaba de editar Alfaguara nos muestran obras en las que están presentes las mayores inquietudes de los hombres. Lo que pasa por sus cabezas mientras no pasa nada o pasa mucho a su alrededor, eso depende de qué tan en sintonía se encuentra usted con el protagonista de cada historia.
Entre El miedo del portero al penalti y El momento de la sensación verdadera, me quedo con el segundo, aunque el primero haya sido alabado por la crítica especializada y tenga, me dicen, hasta película. En ambos el protagonista es un hombre que se mueve, que piensa muchas cosas, pero que ejecuta pocas. Una decisión puede ser la caída al abismo para siempre o lograr la salvación eterna.
Se trata de obras de profundo manejo de la psiquis humana y al tiempo una permanente reflexión por el lenguaje, por el uso de las palabras, por la nominación de las cosas, se trata de obras para pensar más, para ahondar en territorios que nos ponen incómodos, que nos inquietan. Al leer estos textos es como sentirse en una película de Bergman.
En estos días le han llovido críticas a Handke porque parece que tiene ciertas afinidades o amigos comunes o asistió a reuniones de la extrema derecha en su país, en donde es un movimiento fuerte, pero eso en lo literario, al menos en estos dos únicos libros que me acabo de leer, no aparece marcado.
Sí hay un austríaco diplomático, periodista para más señas, que tiene una mirada particular sobre los otros en París, a donde se encuentra destinado. Un hombre que no se ha salido del molde ni del libreto que se ha impuesto, pero todos nos cansamos en algún momento y nos podemos despertar con la idea de que es necesario matar a alguien. Ese solo pensamiento puede destruir tu manera de ser. Es un personaje literario que también tiene sus ternuras, sus descuidos, sus vunlerabilidades, aunque no lo parezca por momentos.
De eso se trata la literatura, de interpretar el mundo tal y como es, con sus luces y sus sombras. Ni más ni menos.
El portero, en cambio, es un personaje siempre a punto de decidir algo que finalmente no decide, que va de aquí para allá, pero no se resuelve, no termina por generar los cambios que su vida necesita. Puede suceder que al final el lector sienta que nunca pasó nada de lo anunciado, pero ese es tal vez el mérito. Mantenernos en tensión permanente sobre la vida de un hombre común, un portero retirado que solo piensa en lo que pudo haber sido y no fue.
Una literatura de inquietudes, tanto narrativas como filosóficas, muy distinta a lo que se estila por estos tiempos. Vale la pena que lean a los nobel y luego #HablemosDeLibros.
En frases
* Su conciencia de sí mismo era tan fuerte que le vino una angustia mortal.
* Lo único que podía hacer era mirar amablemente al policía, sintiéndose indefenso.
* Esos juegos de palabras que toda su vida, a pesar de que a veces procedían de los redactores deportivos, le habían resultado tan odiosas.
* Están asqueados hasta reventar de su insulsa existencia de bebés.
* El tiempo ya pasaría de alguna forma: eso era lo peor.
* Cada vez que intentaba reflexionar deliberadamente, dejaba de creer en sus propios pensamientos.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015