En las postrimerías del siglo XIX y en la antesala del siglo XX se cocinan los ingredientes que llevaron a la primera Guerra Mundial en 1914 y a la Guerra Civil Española en 1936. La exclusión, el desplazamiento de los campesinos y los obreros de las nuevas formas de producción fueron dando pie al caldo de cultivo que terminaría luego en esas desgracias violentas.

Es justamente en la preguerra española que se da esta novela escenificada en Barcelona, en el momento mismo en el que la arquitectura la hace una ciudad cosmopolita y de avanzada. Es el mismo tiempo en el que la pobreza inunda sus calles. También se dan los contrastes ideológicos típicos de la época: polarización. ¿Les suena conocido?

Es la historia de Dalmau, El pintor de almas, y de la mujer de sus sueños, Emma. Los dos empiezan sus amoríos muy jóvenes, mientras ella trabaja en un restaurante de baja estofa y el es apenas un obrero, lleno de talento para el dibujo y la creación artística, y al tiempo tan solo un obrero más, en deuda con su patrón que lo salvó de prestar el servicio militar.

Es la historia de una familia anarquista, con todo lo que esto representaba en la España de entonces, en donde rechazar la cristiandad, al rey y cualquiera otro apego al pasado era complicar más las posibilidades para ascender en la escala social. Pero los talentosos tienen duende, y es así como Dalmau logra ganarse el favor de los burgueses, al tiempo que empiezan a despreciarlo sus similares.

La vida da tantas vueltas, que todo se pone de cabeza en algún momento. El pintor prometedor termina odiado hasta por él mismo al caer en el abismo de las drogas y propiciarse el odio por cuenta de no cuidarse y por causar daños irreparables en las personas que lo apoyaron.

Es un mundo cruel. Los dadivosos cristianos prefieren ayudar con su caridad solo a los que levanten la camándula y acojan sus creencias, los líderes anarquistas abusan de su poder y con sus actitudes terminan aprovechándose hasta de mujeres indefensas, los empresarios se burlan de las peticiones de los obreros, los políticos reprimen las protestas, y miles de niños recorren las calles de la capital catalana como ratas en busca de pan.

La novela tiene personajes muy bien construidos y una historia que atrapa, entre la dulce competencia por ganarse el favor para dejar huella con la arquitectura y el momento en el que las ideas trascienden en una lucha poderosa que con el tiempo va a derivar en esa guerra que desangró al país. Eso sí, es muy reiterativa. No sé por qué algunos autores tratan al lector como olvidadizo y vuelven sobre lo mismo una y otra vez. Esto alarga innecesariamente los textos, y este es, para mí, el caso de esta obra.

El tiempo pasará y las cosas cambiarán de nuevo de maneras impensadas, pero antes pasarán muchas cosas en las vidas de esta pareja y las de sus amigos y enemigos, dramas de las personas que viven siempre en el borde, porque son excluidas, aunque por momentos la vida da oportunidades. Es imposible no leer esta novela y pensar en las tensiones que recorren hoy de nuevo las calles de Barcelona, las heridas que nunca terminaron de sanar. Si se animan, léanla y #HablemosDeLibros.

En frases

* No soy quién para juzgar, hijo, pero el sentimiento de culpa, como todos los sentimientos, es incontrolable, no atiende a razones.

* Encontró a su madre atada a la máquina de coser, condenada a ese artefacto maldito.

* Necesitaba aprender, absorber aquellas ideas maravillosa del modernismo, impregranrse del espíritu de lo nuevo.

* El carboncillo coloreó en negro la agonía de la joven desnuda.

* Existían razones suficientes para vivir en aquella congoja. Todo era caótico: nadie sabía nada de nadie.

* Los tiroteos en Barcelona eran constantes La gente discutía con vehemencia y la rabia marcada en sus rostros.