La crónica de viaje es una de las formas narrativas más antiguas que existen. Heródoto fue su mayor representante en tiempos en los que el mundo era lejano y conocer otra cultura era privilegio de guerreros o estudiosos. Sin embargo, hoy en día son de los libros más consultados. En la era del turismo, contar los deslumbramientos del viaje atrae a quienes quieren ir o volver a esos lugares.
A Esperanza Jaramillo la conocimos como la poeta respetada que es con su libro Tiempo del escarabajo
Me despierta
un impulso dorado de lluvia
Ensenada vegetal
para mis días tristes
Soy arcilla al abrigo
de su sombra.
Ahora, en El incierto color de la luz recoge en prosa poética sus impresiones del viaje que la llevó por lo que hoy es Egipto, Israel y Jordania.
No es solo un relato de lo que la sorprendió. Este texto tiene eso, y al tiempo contiene poesía y también historia, además, con buena pluma saca sus quejas de lo que entristece en estos viajes. No es un panegírico, como podría asumirse y como terminan tantas de estas obras. No, la autora sabe tomar distancia para criticar lo que no ve bien, el maltrato con el turista, la miseria en algunos lugares, el oprobio de algunas culturas con sus mujeres, así como las decisiones que acabaron con grandes ciudades.
No es casual que al principio del texto el epígrafe escogido sea del griego Constantino Cavafis, quien un siglo atrás retomó los grandes mitos, habló de los dioses en una poesía a la antigua, pero modernizada. Y no es casual porque lo que hace Esperanza Jaramillo es precisamente combinar en su prosa pulida los grandes mitos y la realidad actual.
Ella sabe escoger las palabras más cadenciosas para mcontarnos esas historias del Nilo, de los lugares sagrados, de las fronteras de hoy, de los vestigios de ciudades, con un tono que nos lleva a recordar al vate griego.
A la autora la acompañó en su viaje hace 10 años Olga Lucía Jordán, quien terminó por ser la fotógrafa oficial para el libro y encontramos una serie de imágenes logradas por ella en sitios que siguen generando admiración de los viajeros y atrayendo la fe de millones de personas. Estas fotografías embellecen el libro, de por sí bello.
La Biblioteca de Autores Quindianos tiene ya una década de tradición y de esta tiene mucho que aprender Caldas, donde la política pública por el libro es un albur. En Quindío se cuida la producción de las obras, se nota el esfuerzo por lograr un libro bien corregido y bellamente editado, aspectos que brillan por su ausencia en los libros que de vez en cuando decide publicar la Secretaría de Cultura de Caldas. Vuelvo a lo de siempre, ni hablar del Instituto de Cultura de Manizales, donde el apoyo al libro simplemente no existe.
* Las mujeres pasaban invisibles, con el peso de la opresión sobre los hombros.
* Es mejor regresar a los caminos narrados por doncellas hermosas como Scherezada y descubrir que aún es posible soñar.
* Ya no hay barcos fondeados ni guerreros escondidos en busca de tesoros, tampoco escribas ni navegantes.
* La evidencia del hambre y la miseria por doquier bastaba para descubrir la infamia y la corrupción.
* Egipto es una raíz de piedra y el Nilo el milagro que humedece su frente. Y toda la nostalgia es nuestra...
* El pasado es ceniza y esplendor de otro tiempo.
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