“La gramática enseña a ordenar las ideas, pero sobre todo enseña a generarlas". Han pasado 530 años desde que un señor de Lebrija (España), de nombre Antonio, acudió con su idea de descomposición y comprensión de la lengua castellana ante la reina Isabel. Después de este tiempo, se escucha a muchas personas desdeñar de la gramática, para justificar su ignorancia o para alardear de su malhablado español.
La mala noticia para estas personas es que la gramática está presente en nuestra manera de hablar todo el tiempo, aun sin darnos cuenta de su uso. Esa es la razón por la que instintivamente hacemos coincidir sujeto y verbo en número o género, o por la que sin entenderlo muy bien conjugamos un verbo irregular de manera correcta, así al hacerlo nos genere duda.
La frase con la que inicié este texto en el Día del Idioma es de Álex Grijelmo en su Gramática Descomplicada, un intento por hacer más entendible eso que hacemos sin darnos cuenta: ordenar nuestras ideas con lógica, pero a lo que le tememos como si se tratara de física cuántica o comprensible solo para unos iniciados. Y no es cierto, si aprendemos más de cómo funciona el idioma, seguro seremos mejor hablados y al tiempo lograríamos que nuestras ideas se entendieran mejor, por tanto, subiríamos la calidad de nuestras conversaciones.
Esto ha sucedido históricamente porque la gramática se ha presentado como una camisa de fuerza que se impone dictatorial sobre quienes hablan la lengua, cuando es al revés. Esta surge de estudiar sistemáticamente la forma en la que hablamos, las relaciones que se tejen entre las sílabas, las palabras y las oraciones. Al usar la lengua, esta en el uso cotidiano va formando maneras de decir las cosas que suenan de forma más coherente, lógica y se impone.
Luego llega alguien a estudiar por qué esa es la manera correcta y no el uso que intentan darle en una región o un sector de la población, etc. Es decir, no es de arriba hacia abajo, sino todo lo contrario.
Soy un gomoso de las gramáticas. La de Marroquín es mi favorita con sus maneras didácticas de decir las cosas, la de Bello me cuesta, pero es evidente que ha sido de las más influyentes en la historia del español como lo conocemos hoy. La de Grijelmo que intenta ser descomplicada, llega a puntos en los que se hace dificilísimo lograr el objetivo, pero en la mayoría lo cumple. Por supuesto, la Nueva Gramática de la Lengua Española, en su edición de lujo, fue un lujo que me di cuando se publicó y la mantengo en el periódico para consulta permanente. La de Rafael Seco, que es sincera en su alcance de que que es Manual es apropiada para periodistas por la facilidad de su consulta.
La mejor de todas, sin denominarse gramática, sigue siendo la de don Fernando Ávila, Español correcto, de la serie para Dummies, que todo aquel que quiera escribir o hablar bien debería tener entre sus favoritos. Siempre lo recomendaré.
Si debo pluralizar el adjetivo en ciertos casos, si la preposición indicada es una u otra o cuando debe ir la preposición a para complemento indirecto y cuándo no, por ejemplo, me arrancan sonrisas si encuentro la solución a algo que tenía arrevesado y opaco en mis ideas. Cuando la gramática se descubre con su lógica, el resultado es el mejor y el más claro.
Importante recordar que la gramática se ocupa de estudiar los aspectos fonéticos, morfológicos, sintácticos y ortográficos de la lengua.
El español seguirá evolucionando. Por eso el que hablamos hoy, difiere muchísimo del de sus orígenes en los siglos X y XI y seguro mañana será diferente al de hoy, pero eso es parte de lo viva que está una lengua y por eso hay que empeñarse en defender esta que tenemos, en lugar de estarla contaminando con tanto clon innecesario traído de otros idiomas o, peor aún, atentando contra la lógica de lo que se dice.
Decía don Ariel Cardona, maestro y mentor, que más grave que un error de ortografía son los errores gramaticales y sí que tenía razón, porque cada rato, por el mal uso de las normas, terminamos atribuyendo al sujeto lo que no le corresponde, porque alguien le colgó otra oración sin haber cambiado de nombre, por ejemplo.
Así que aprovechemos este día para recordar la importancia de la gramática. Rematemos con otra idea del genial Álex Grijelmo: "No sabemos por qué hablamos como hablamos y en la vida cotidiana no nos ponemos a dar instrucciones a nuestras palabras, sino que simplemente laten en nosotros, respiran, huelen. No en vano, almacenan también como los seres humanos, unos códigos genéticos que las desarrollan y las ensamblan".
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