La frase del entonces candidato a la Presidencia de los Estados Unidos Bill Clinton se hizo famosa: "Es la economía, estúpido". No obstante, en su más reciente libro, Capitalismo progresista - La respuesta a la era del malestar, el nobel de economía Joseph Stiglitz parece afirmar algo muy diciente: Es la política, estúpido.
Stiglitz, famoso por haberse apartado de las políticas macroeconómicas y multilaterales que gobiernan el mundo, cuando trabajó en el Banco Mundial, hace una radiografía de la situación de su país, Estados Unidos, y advierte de la necesidad de cambiar el rumbo de las cosas, pues si se sigue permitiendo que sean los mercados los que se controlen, la hecatombre puede ser imparable.
Stiglitz llama la atención sobre la necesidad de mantener la solidaridad sobre la que los padres fundadores construyeron la que llegó a ser la democracia más fuerte del mundo, asunto que hoy no parece tan seguro. No se mide en las críticas a quien hoy ostenta el cargo, Donald Trump. Lo acusa de haber puesto en marcha una cantidad de reformas que solo empeorarán las cosas en el mediano y largo plazo.
Por obvias razones, de lo que más me impactó del libro, es la defensa que hace Stiglitz de la libertad de prensa, de la importancia que tienen los medios de comunicación para servir como contrapesos del exceso de poder de otros. "En ningún frente es más importante la libre competencia que en el mercado de las ideas", advierte y sí que tiene razón, sobre todo cuando vemos casos a diestra y siniestra de cómo lo peor que les puede pasar a los medios es que formen parte de la concentración del mercado.
Para Stiglitz, es necesario que la comunidad, que las personas que crean aún en la democracia, apoyen los medios de comunicación activos para que puedan seguir vigilando: "La información es un bien público que requiere el apoyo del público". Por supuesto que los medios tenemos que ganarnos esa confianza, pero qué importante que la comunidad entienda el esfuerzo que requiere mantener un medio independiente y de calidad.
Vuelve a hablar de los padres fundadores para recordar que estos no dudaron en reconocer que unos medios de prensa críticos e independientes eran parte esencial de una democracia sana.
Todo esto para resaltar que la política tiene que intervenir, en lugar de seguir siendo una títere de los poderosos del dinero. Es el momento en que el Estado asuma las riendas y redireccione el camino que están tomando las cosas, que un puñado de ricos sin corazón toman las decisiones que afectan a la mayoría de las personas. A veces cuando escribe se me olvida que se refiere al país del norte y creo que está hablando de Colombia, pues la exclusión social, el desprecio por el medioambiente, la desazón de la sociedad, la justicia amañada, el descontento social y el club de ricos que apoyan a políticos para que estos cuiden sus intereses es un modelo calcado en nuestro país, pero con menos democracia aquí que allá. Y "al fallarnos nuestras élites, la manipulación se impuso". De ahí que sea tan necesario pensar en un cambio, en un modelo que mire más a la justicia social y que se esfuerce en generar empleos y de calidad, que al fin y al cabo esos salarios regresan a la economía por vía del consumo.
Sigo sin entender por qué un libro que en esencia tiene 318 páginas, se extiende en notas y bibliografía e índice a casi 500, es un desperdicio de espacio. Hay que inventarse una manera más comprimida de reconocer a los otros sus influencias y aportes. Bueno, a quienes les gusten los ensayos, no es un ladrillo económico, como algunos pueden temer. Para nada, está escrito para cualquiera que busque respuestas a lo que nos sucede como sociedad. Léanlo y #HablemosDeLibros.
En frases
* Una de las revelaciones de la economía moderna es que las naciones con mayores índices de desigualdad (…) son menos eficientes.
* La eficiencia y los argumentos razonados han sido sustituidos por la ideología.
* Nuestras élites, de ambos partidos, pensaron que podían centrarse en el PIB en lugar de centrarse en la gente.
* Tenemos que salvar el capitalismo de sí mismo.
* Una y otra vez los banqueros han demostrado no ser dignos de confianza.
* El primer elemento de la responsabilidad social corporativa pasa por pagar nuestros impuestos.
* Debería preocuparnos nuestra pérdida de privacidad. La privacidad es poder.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015