Cartas a Antonia, el libro póstumo de Alfredo Molano Bravo, es el legado de un abuelo a su nieta, y al tiempo es un texto de historias de Colombia, relatadas con ojos de un sociólogo que recorrió el país por toda su geografía para tratar de entender los fenómenos de violencia que atraviesan nuestro territorio.
Desde que nació su nieta favorita, el autor se propuso escribirle cartas y desde el principio lo hizo con la idea de que pudiera ser un libro. Así es como este género, para muchos ancrónico, es la mejor manera que encuentra el contador de historias de transmitirle a Antonia un legado, su conocimiento sobre el país.
En este trabajo, distinto a sus 27 libros anteriores, encontramos un Alfredo Molano más maduro, dispuesto a opinar sin temor alguno, a especular inclusive, un hombre libre de dejar plasmado su pensamiento, más allá de las crónicas y reportajes que igual revelaban su manera de pensar.
Encontramos textos muy íntimos de un abuelo celoso por la posibilidad de perder el amor de su nieta por la presencia del papá, o que reclama que le escriba una cartica o que se emociona de saber que ella va a ir a visitarlo. También hay pasajes en los que le cuenta el país, incluso con mirada histórica o en los que describe viajes que hacen juntos, porque quiere que ella también se convierta en una caminante como lo fue él.
Son muy pocas las respuestas que encontramos de Antonia, que hoy tiene 15 años y vive en Perú. Es bueno saberlo, porque las cartas no están fechadas, entonces por momentos se pierde uno sobre en qué momento pudieron ser escritas.
Antonia escribe poco en este libro, pero escribe. En alguna carta para precisar datos, en otra para darle fuerzas al abuelo convaleciente y una más recoge las palabras de ella en el funeral de Alfredo, que falleció el 31 de octubre pasado. Una última carta en la que habla del saco rojo de lana que le quedó del abuelo y en el que busca su abrazo.
El libro entonces trae también el diario de Alfredo Molano como paciente de cáncer, sus tristezas, sus pensamientos más oscuros y sus reflexiones. Al final, dos discursos suyos memorables: el que leyó al recibir el doctorado Honores Causa en la Universidad Nacional, y el que hizo cuando recibió el Premio Simón Bolívar a la Vida y Obra de un Periodista.
El editor de este trabajo fue Alfredo Molano Jimeno, hijo del autor, quien nos cuenta que habrá más textos que quedaron sin publicarse como una novela erótica, algunos relatos y otro más. Trabajos que esperaremos con ansias.
Para los amantes de los toros, claro que habla de varias corridas, incluso una titulada Tercera de Manizales, aunque no salió tan bien. En esta participaron Andrés de los Ríos, Paco Perlaza y Juan del Álamo. Una frase allí para enmarcar: “Toldada de niebla y frío estuvo la plaza de toros de Manizales ayer, toda la tarde. Manizales es así, Antonia. Hace frío porque queda cerca de un nevado, pero hay niebla porque hay café; las lomas están sembradas de café, hay guadua en las cañadas, y en algunos casos, todavía manchas de lo que fue selva”.
El libro incluye algunas fotografías familiares y el árbol genealógico de los Molano. Leánlo, entiendan la ternura de un abuelo y #HablemosDeLibros
En frases
* ¡Qué triste, amor mío, es no poder fabricar mis sueños!
* No vivas más allá de lo que eres.
* La gente cree que los toreros son como dioses pequeños que saben sobrevivir y que parecería que fueran eternos.
* El café les deja platica para gastar, pero -lo que es mucho más importante- los hace ser iguales y por eso todos participan en la fiesta.
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