Escribir está bien si resulta divertido". Esa fue la actitud de Haruki Murakami a la hora de meterse de lleno a la literatura, una aventura que empezó como quien no quiere la cosa y que lo ha potenciado como autor de culto entre sus seguidores, la mayoría en lengua inglesa.
Este japonés da cuenta en De qué hablo cuando hablo de escribir de cómo es su trabajo, sin pretensión alguna y con un desprendimiento total de cómo hace las cosas. Al fin y al cabo, así empezó a escribir. Se le ocurrió que podía darle vida a una novela y, por cosas del destino, terminó ganadora de un concurso. Confiesa que si no hubiera tenido éxito, tal vez seguiría siendo cantinero o traductor o cualquier otra cosa.
Baja la literatura del pedestal, la misma razón por la que muchos intelectuales de ferias e imposturas no lo consideran mucho. Es precisamente ese sello de alejado de los reflectores lo que hace que otros valoren más su trabajo.
Admiré la entrega del autor con sus seguidores al contar detalles de su trabajo, cosas que podrían ponerlo en aprietos porque lo baja del pedestal en el que los lectores a veces ponemos a los autores. También detalles de cómo correr le ayuda a pensar. Cosas de la vida cotidiana que él cree importantes para su trabajo.
Hay pasajes repetitivos, pero esto se explica porque tardó unos seis años en retomar el libro después de que lo había empezado.
Es claro en que aquí no quiere dárselas de que su método es el mejor, sino de que es el suyo para escribir novelas. De cómo se aventura en cada historia y avanza con ánimos de ser sorprendido por los personajes o las escenas. Reconoce cómo le ayudó el inglés para ser el autor que es, pues en una isla como la suya iba a ser muy difícil trascender con un idioma que se queda allí. Algo que a veces los hispanoparlantes no valoramos de nuestro idioma trasnacional.
Léalo si realmente es de los que, como yo, gustan del encanto de meterse en las técnicas que usan los autores. Él lo hace muy agradable, pero no es un novela, es mejor meterle diente como una serie de ensayos.
En frases
* Por muy cerca que se tenga a mano YouTube, los videojuegos en 3D o lo que sea, alguien con el hábito de la lectura leerá espontáneamente en cuanto disponga de tiempo (y aunque carezca de él).
* Una de las cosas más importantes para alguien con intención de escribir es, de entrada, leer mucho.
* Hay gente con una gran capacidad de analizar las cosas y a las personas cercanas y llegar a conclusiones rotundas en poco tiempo (…). A este tipo de personas les van mejor profesiones como la de periodista, la de crítico, incluso la de estudioso de algún tipo.
* Cualquier cuestión que implique experiencia es crucial para un escritor.
* Hay un margen de mejora para todo. Uno puede convencerse a sí mismo de haber escrito algo casi perfecto, pero siempre es mejorable.
* Los únicos que pueden enriquecer la imaginación de los niños son los propios niños.
* No se trata de agrandar o empequeñecer los zapatos hasta adaptarlos a mi talla, sino al revés, acomodar los pies al tamaño del zapato.
* Cuando comienzo una novela, mi corazón palpita con fuerza cada vez que me pregunto a quién voy a conocer en esta ocasión.
* Soy un escritor, nada más que eso. Lo mejor que puedo hacer es escribir, poner todo mi empeño en ello.
* La única cosa que hay que temer de verdad es morir rodeado de aduladores y alabanzas.
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