A quienes les gusta clasificar los libros por géneros, personajes como Mario Hernán López Becerra se la ponen muy difícil. A puerta cerrada es la más reciente publicación de este profesor de la Universidad de Caldas, que ya antes nos ha sorprendido con sus cuentos y con sus ensayos.
En esta oportunidad nos encontramos frente a un texto que se me parece mucho a aquella obra de John Berger, Fotocopias, en las que el autor plasma en prosa, en cortos relatos, estampas de la vida cotidiana. Momentos que quedan en su retina, que podrían ser fotografías o cuadros, pero que él vuelve relatos cortos, conversaciones consigo o con los lectores, de usted depende cómo los recibe.
Varios textos que recoge este libro de Mario Hernán son también microrrelatos, o puede tratarse de minicrónicas, no falta alguna opinión como si de una columna finamente narrada se tratara y, por supuesto, por allí se asoma también la ficción. Mejor dicho, se trata de una obra que tiene como común denominador, el deseo de narrar las cosas que suceden y que se critican, y lo hace con fina prosa. Algunos textos empezaron a recorrer el mundo virtual, cuando se inició el encierro por la pandemia y el autor decidió compartir con algunos amigos escritos a través del whatsApp y cuando menos pensó estos fueron reclamados por más lectores.
Es claro el escritor en que no se trata solo una obra de textos de la pandemia, sino también de otros momentos. Textos que fueron sumándose a los iniciales y terminaron en este libro del que el prologuista, Darío Ortiz, dice: "Sin pretensiones de posar de culto, creo que estas 'conversaciones' de Mario, que miran su entorno con cuidado, que reflexionan sobre el momento, que develan sus lecturas para aprovechar la quietud del aislamiento, crean vasos comunicantes con algunos autores y obras clásicas como Marco Aurelio y sus Meditaciones, así como con esos diarios germanos y anglosajones de los viajeros que, como Goethe, recorrián Italia llenos de pensamientos, observaciones y lecturas, que más adelante serían textos extensos y epígramas".
Y es sobre la quietud sobre lo que mejor se mueven los pensamientos del autor. Aquí no hay movimiento en el objeto, sino que se destaca es lo inmóvil y de esa inmovilidad nos hablan varios textos, nos filosofa el escritor, bien de la tienda de la esquina que ya no reúne a los del barrio, del equipo de baloncesto improvisado que empieza a faltar a su cita porque llegaron obras a la cancha, de la soledad de unas calles que antes bullían o de las esperanzas de una vacuna o de la tragedia de la represión a quien proteste.
El libro está dividido en cuatro partes. La primera, Cuando un virus llama a la puerta; la segunda, Crónicas en pandemia: primera temporada; la tercera, Toque de queda: segunda temporada; y una parte final, titulada Historias con otros. Aunque el lector encontrará por qué la separación en estos capítulos, también se advierte que la buena escritura, por momentos poética, es lo que más se destaca, al tiempo que muchos viajarán por las historias de la ciudad, de la pandemia, del estallido social o de la violencia y las paces que recorren a Colombia.
El libro, además, trae un premio que enriquece los finos textos, se tratan de fotografías logradas por Carlos Pineda, quien ha cultivado su ojo clínico y se dedicó a retratar la ciudad en tiempos de vacío, por los toques de queda debidos a la pandemia.
No sé de quién es la frase aquella: "Quédate quieto y verás cómo da vueltas el mundo". Eso es lo que hace el autor, quedarse quieto y poner a mil nuestra mente. Este texto con seguridad lo dejará inquieto, por eso lo invito a que lo lea y #HablemosDeLibros y de las reflexiones que le provoca este escritor pensante que tenemos en nuestra ciudad.
Unos días atrás, las notificaciones de Facebook anunciaron el natalicio del poeta: "Hoy es el cumpleaños de Antonio Leiva, escríbele algo".
El algoritmo que impulsa el mecanismo virtual sigue procesando los días de la vida de Antonio, mientras en el calendario de papel su muerte está registrada en octubre del año 2019. Más allá de las explicaciones técnicas elementales, el suceso está hecho con el mismo material gelatinoso y ácido de su humor.
Con el anuncio en Facebook, Toño se ingenió y puso en marcha un código para hacer escuchar su voz metálica más allá de la vida. Cabalgando en un algoritmo, mira con distancia y sin estupor las cosas que pasan a toda prisa, como en mejor poema de la ausencia.
Nota: esta es una conversación de Mario Hernán Lopez en el libro A puerta cerrada. Dedicada esta al poeta Antonio Leiva.
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