Un libro para desternillarse de la risa si lo toma como debe ser, como una compilación de lo que Daniel Samper Pizano llama la nota ligera, un subgénero de la opinión en el periodismo y de los que hay grandes exponentes incluido el mismo personaje al que hago referencia.
Lo más interesante es que este sea el género que escoja uno de los grandes tratadistas de temas complejos de tiempos contemporáneos, a través de sus ensayos convertidos en libros y hasta de sus novelas. Umberto Eco recoge en Cómo viajar con un salmón los artículos más disparatados para darlos a conocer. También pudo haber sido titulado Manual para dominar la ironía.
La mayoría de estos artículos se publicaban en L' Espresso, cada quince días, desde 1986, otros se publicaron en el libro Segundo diario mínimo (1994). Nos explica el editor que el propio Eco agrupó lo que se ofrecen en este volumen con el título de una de las columnas más divertidas de todo el texto. Son piezas que van incluso desde más atrás, desde 1975, el primero, y hasta el 2004, el último. Es clave que se pongan las fechas de publicación originales o de escritura en los libros que se hacen de compilar textos, pues eso también da una idea de lo que pasaba en ese momento y permite entender mejor lo que el autor quiere decir.
Algo queda claro al terminar la lectura de este divertimento y es que los grandes pensadores si algo tienen es que son unos verdaderos entendidos de lo que podríamos llamar la cultura popular, no se trata de esos personajes asépticos que miran su objeto de estudio desde lo panóptico, tan foucaultiano a propósito de Eco, sino que al contrario se empapan de la realidad a la que quieren interpretar. Eso es lo que los hace grandes y es lo que Eco demuestra en estos textos, un hombre que se parapeta en su conocimiento y sin alardear nos analiza muchos temas y haciéndonos reír nos hace reflexionar. Además con un lenguaje que puede entender cualquier persona.
¿Es lo mismo sarcasmo e ironía? He estado buscando por aquí y por allá para tratar de entender. Alguien me dice, y me gusta, que la ironía tiene que ver con pensárselo mejor, mientras el sarcasmo sale de las entrañas y sin filtro. Este texto está cargado de ironía y con muchos apuntes de lenguaje políticamente incorrecto. Hoy muchos tememos a la hora de escribir porque hay quienes no diferencian una frase sarcástica y todo lo entienden tal como se escribió. Diariamente se ven decenas de choques en redes sociales porque alguien creyó escribir una ironía y muchos no la entendieron. Complejidades de la modernidad, de las que es bueno salirse leyendo cosas inteligentes y al tiempo divertidas, como este libro del gran Umberto Eco. Léanlo y #HablemosDeLibros de este impresionante autor.
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Sobrero: Todos los títulos de este libro traen antepuesto el cómo, porque intenta ser un manual para sobrevivir a la vida cotidiana. Y esto me da pie para recordar que en los últimos tiempos he encontrado que muchas personas tienen dificultades para entender cuándo tildar esta palabreja. Las pistas las da don Fernando Ávila en su libro Dónde va la tilde: "Se tilda el adverbio interrogativo o admirativo cómo, que significa 'de qué manera' o 'por qué razón'. (…) No se tildan la conjunción, la preposición ni el adverbio relativo como. (…) Lo importante es distinguir el cómo con tilde del como sin tilde, que es fácil si se tiene en cuenta que el que lleva tilde es tónico y el que no la lleva es átono". Como quien dice, repare en cómo lo lee, como una guía para saber si le pone la tilde o no.
En frases
* El bibliotecario ideal debe, en primer lugar, cojear para que retrase el tiempo que transcurre entre la aceptación de la ficha de petición, la bajada a los subterráneos y la vuelta.
* Los negros sudafricanos están expuestos a infecciones cuando el blanco los mira con desprecio y hace un ruido con la boca que escupe saliva.
* A nadie se le abre expediente por haber derrochado dinero del Estado si todo se ha hecho conforme a la ley.
* Todos estos relojes, como toda la industria de la información hoy en día, corren el riesgo de no comunicar ya nada porque dicen demasiado.
* Aún seguimos teniendo el pésimo vicio de gritar demasiado a menudo que viene el lobo, y entonces sucede que alguien ya no se lo cree y es devorado regularmente.
* No está dicho en ningún lado que para filosofar hay que hablar difícil.
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