Poetas colombianos siglo XXI es la colección con la que una vez más la editorial Caza de Libros de Ibagué busca difundir la literatura de nuestro país, algo que escasea por estos tiempos. Toda una odisea para una empresa de región, de la que tienen mucho que aprender las grandes firmas. Entre los autores que destacó para esta nueva apuesta se encuentra el manizaleño Adalberto Agudelo Duque, que ya ha publicado varios títulos con ese sello.
Los papeles de Ulises es una compilación de poemas. Algunos se los hemos escuchado por ahí en una que otra lectura en Manizales y se tratan varios de los textos allí escogidos de los que han sido premiados en su larga carrera de escritor.
Si algo tiene de característico Agudelo es que sigue arriesgando, puede ser el mayor de una generación de escritores caldenses, pero quien lea lo que escribe se encuentra con una pluma fresca, sin temor por intentar nuevas formas de narrar o de contar, y eso también se nota ahora en sus poemas, que no pueden llamarse versos. Se trata de poesía en prosa, profunda y sentida: “Desde esta soledad que me mira con cien ojos te digo: es triste sentarse a la mesa a la espera del viernes y saber que faltan siete siglos para su entrega. Sabe amargo el pan y es insípido el lecho. Es largo el camino a la casa. Y llenas de gritos las alcobas”.
El libro de los regresos, Diario de a bordo, Itaca, Los memoriales, El último territorio, Después del silencio y Penélope son los capítulos en los que se divide este texto, de alguna manera como si fueran los cantos en los que Homero dividió su Odisea.
Estos poemas son trabajados por años. No se trata de simples piezas de inspiración, sino que hay allí una labor de orfebre de las palabras, de quien busca que cada detalle quede como quiere, que cada frase calce perfecta en la narración y en la expresión, en eso que se quiere decir. Un cultor del lenguaje.
En un país que cree que los poetas se producen en línea, no es fácil encontrar los cultores de este arte, esos que siguen consumiendo bibliotecas en busca del verbo o el adjetivo precisos. Adalberto Agudelo es uno de estos, un autor caldense que vale la pena ser leído mucho más. Empiezan a reimprimirse sus más importantes novelas y eso permitirá que las nuevas generaciones lo lean y puedan descubrir a ese escritor de la Manizales barrial, de la ciudad de estudiantes que tienen por qué protestar, de los obreros que construyen carreteras. Un escritor que en su camino ha dejado huella.
Esta otra forma de escribir poemas, como él los señala, tiene un toque tal vez postmoderno, pero no por eso ininteligibles, todo lo contrario. Allí los cantos van construyendo las historias y como Homero, el viaje va llevando al viajero por las mareas hasta encontrar su lugar: “ando a ciegas por las callejuelas de una ciudad que se cierra a los sueños”.
Fragmento de Diario de a bordo
“Y así siempre anclado al madero de tu cuerpo, vuelvo, me sumerjo, naufrago, me bato en retirada, tiemblo de fuego, me calcino de frío. Guerrero vencido y vencedor en la batalla beso a beso, golpe a golpe, piel a piel, me entrego a tu combate, acoso la defensa de tus flancos y penetro tu sabia fortaleza por el centro precisamente allí donde me vences y en tu entrega yo soy el derrotado a fuego, a espada y te siembro de vida con un temblor jubiloso de estrellas de colores”.
Estos poemas son trabajados por años. No se trata de simples piezas de inspiración, sino que hay allí una labor de orfebre de las palabras
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